24 de Mayo de 2021
Por Alejandro Filippini“La Primera Justicia es la Conciencia”
Los Miserables, Víctor Hugo.
Mayo no es cualquier mes para lxs argentinxs: es el mes de la Revolución, que fue tomando distintas formas y significados a lo largo del tiempo.
Muchas veces computamos como fecha del inicio de nuestra historia el 25 de Mayo de 1810, pero ese día, y ese relato (como tantos otros), son arbitrarios. Quedan por fuera la heroica defensa del suelo argentino –protagonizada por las milicias ciudadanas- ante las invasiones inglesas, la primera y segunda fundación de Buenos Aires (Pedro de Mendoza y Juan de Garay), la Revolución de Chuquisaca y la existencia de cientos de miles de hombres y mujeres pertenecientes a distintos pueblos originarios previo a la llegada de los españoles.
En 1980, el INDEC publicó una estimación de población originaria en el territorio nacional hacia el año 1550: eran aproximadamente 403.000 los pobladores. Hay estudios incluso que sostienen que la zona norte de nuestro país comenzó a ser habitada por ascendientes de los Quechuas, Aimaras, Calchaquíes, Diaguitas y Huarpes 7000 A.C.
Hay que ir para atrás para ir armando los 25 de Mayo.
En 1780 estalló la primera rebelión a gran escala que sacudió al continente americano de la mano de Tupac Amaru II y Tupac Katari. Hartos del sistema de castas que utilizaban los españoles (y los europeos en todas sus colonias) para someter a la población, y de los exagerados tributos que debían pagar, Tupac Amaru II encabezó esta rebelión que terminó al poco tiempo tras ser sofocada por fuerzas realistas. El 17 de mayo de 1781 Túpac Amaru fue condenado a muerte. La condena alcanzó a toda su familia y recomendaba que fuera exterminada toda su descendencia, hasta el cuarto grado de parentesco. El encargado de redactar su condena, en un grotesco intento de eliminar cualquier atisbo incaico escribió:
“…se prohíben y quitan las trompetas o clarines que usan los indios en sus funciones, y son unos caracoles marinos de un sonido extraño y lúgubre, y lamentable memoria que hacen de su antigüedad; y también el que usen y traigan vestidos negros en señal de luto, que arrastran en algunas provincias, como recuerdos de sus difuntos monarcas, y del día o tiempo de la conquista, que ellos tienen por fatal, y nosotros por feliz, pues se unieron al gremio de la Iglesia católica, y a la amabilísima y dulcísima dominación de nuestros reyes. Y para que estos indios se despeguen del odio que han concebido contra los españoles, y sigan los trajes que les señalan las leyes, se vistan de nuestras costumbres españolas, y hablen la lengua castellana”.
Acá se puede leer la reseña sobre el rebelde originario: https://kranear.com.ar/2017/02/04/tupac-amaru-ii/
Acto seguido, las autoridades españolas elaboraron otro documento en el que se explicitaba la distribución de las partes de los cuerpos de Tupac Amaru, Micaela Bastidas y Tupac Katari y otrxs rebeldes ajusticiados en la Plaza de Cuzco en 1781.
El 22 de Agosto de 1791 comenzaba en Haití (que tenía 30.000 colonos blancos y 400.000 esclavos negros) la primera pincelada revolucionaria triunfante del continente. Si bien Atití (como lo denominaban sus habitantes) logró su plena independencia 13 años más tarde, se trató del primer país del Caribe y América Latina en obtenerla. De la mano de Francois Dominique Toussant Louverture nace, finalmente, en 1804 la primera república negra y el primer país en abolir el sistema de esclavitud.
“Somos negros, es cierto, pero díganos caballeros, ustedes que son tan juiciosos ¿cuál es la ley que dice que el hombre negro debe pertenecer y ser propiedad del hombre blanco?”, se preguntaba Francois Dominique Louverture.
El 25 de Mayo de 1809 estalla en el norte del Virreinato del Río de La Plata la “Revolución de Chuquisaca” que destituyó al gobernador y formó una junta de gobierno que desconocía la autoridad del gobierno español. Encabezada por Bernardo de Monteagudo, Pedro Murillo y Jaime Zudáñez (la mayoría de lxs líderes fueron ahorcados al finalizar la sublevación) la revolución constituyó un antecedente fundamental de lo que acontecería en el otro extremo del Virreinato del Río de la Plata exactamente un año después.
En esa misma Ciudad, en ese mismo día del calendario (25 de mayo) pero en 1862 moría sola y pobre Juana Azurduy de Padilla. Si bien Simón Bolívar la había ascendido al grado de coronel por su destreza y entrega en las Guerras de Independencia, su pensión duró unos pocos años porque le revocaron ese derecho en 1857. Tuvieron que pasar 100 años para que sus restos (se encontraban en una fosa común) fueran exhumados y trasladados a un mausoleo en la Ciudad de Sucre. En 2009 por orden de Cristina Fernández de Kirchner fue ascendida post-morten a Generala del Ejército Argentino.
El 13 de mayo de 1810 llegaba al puerto de Montevideo, a bordo de la fragata inglesa John Paris, la noticia de que el 13 de enero de aquel año Sevilla había caído en manos de Napoleón Bonaparte. El imperio donde nunca se ponía el sol comenzaba su ocaso aunque, como explica muy bien Abelardo Ramos en “Historia de la Nación Latinoamericana”, su decadencia había comenzado lustros atrás.
La tarea patriótica de aquel 25 de Mayo de 1810 pasaba por desprenderse del yugo español.
Consciente de lo que implicaba, el virrey Cisneros intentó por todos los medios limitar la propagación de esa noticia. Incluso incautó todos los periódicos que traía la fragata inglesa. Pero varios de esos ejemplares llegaron a las manos de Belgrano, Castelli, French y Berutti.
Inspirados por las ideas de Rousseau (para qué negarlo), Mariano Moreno comienza a cuestionar y desacralizar el orden establecido. “Todo poder se vuelve cuestionable y efímero y todo gobierno es finito y reemplazable”, repetían lxs miembrxs de “la legión infernal” que comandan French y Berutti.
El 22 de mayo de 1810, los “Tupamaros” (así los llamaban los españoles a lxs revolucionarios de la época en honor a Tupac Amaru) comenzaban en Buenos Aires su grito irreversible de independencia. Cantaban aguerridamente:
“Al amigo Don Fernando
Vaya que lo llama un buey
Porque los Tupamaros
No queremos tener rey”
Quinientas personas se volcaron a la Plaza de la Victoria la noche de ese mismo 22 de Mayo. Tres días después, el 25 de Mayo, eran mil (vivían aproximadamente cuarenta mil en Buenos Aires en esa época) las congregadas en la misma Plaza exigiendo la renuncia del virrey Cisneros, y la conformación de una Junta de Gobierno formada por criollos. Las amenazas de un furibundo Castelli, la gente en la Plaza, y la determinación de aquellxs revolucionarios lograron su cometido: La Primera Junta de Gobierno.
Cornelio Saavedra, Mariano Moreno, Juan José Paso, Manuel Alberti, Miguel de Azcuénaga, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Juan Larrea y Domingo Matéu y el resto de la historia ya la conocemos.
Los Ejércitos del Norte de la mano de Belgrano y Remedios del Valle (una mujer pobre y negra) derrotaron en Tucumán y Salta a las tropas realistas finalizando la ocupación española en nuestras tierras. Los Ejércitos de Los Andes de la mano de San Martín expandirían la independencia en el resto de América.
Después de 18 años de proscripción, Perón volvía al poder, de la mano de Héctor Cámpora, el 25 de mayo de 1973.
Ciento sesenta y tres años más tarde el peronismo gana las elecciones generales luego de 18 años de proscripción y más de setecientas mil personas acuden a la Plaza de Mayo (25/5/73) a celebrar la asunción del binomio Cámpora-Solano Lima. Una buena parte de esas setecientas mil (algunos dicen cincuenta mil y otres cien mil) se dirigieron a las puertas de la cárcel de Devoto (y otras cárceles en todo el país) a exigir y esperar la liberación lxs presxs políticxs. Se produce el “Devotazo”, un joven Esteban Righi realiza las gestiones necesarias para liberar a lxs presxs políticos y se desmantela el “fuero antisubversivo” creado ex profeso por Lanusse para encerrar a lxs opositores a su régimen.
Solo treinta años más tarde asumía la Presidencia de la Nación, Néstor Carlos Kirchner y, como no podía ser de otra manera, lo hacía un 25 de Mayo. Un ignoto hombre alto del sur de nuestra Patria nos proponía un sueño (que Néstor mismo identificó como el de nuestros patriotas fundadores): el de tener un país de iguales. Esa fecha inolvidable para nuestra generación cambió nuestra vida para siempre. En un país quebrado económica y anímicamente Néstor nos proponía refundarnos, apropiarnos de la política (y no abominarla) para transformar la realidad de manera definitiva.
Y vaya si ésto era cierto que precisamente 7 años más tarde más de tres millones de compatriotas rebalsaban la Av. 9 de Julio en los festejos del Bicentenario de la Patria. En las imperdibles páginas del “Sinceramente” de Cristina Fernández de Kirchner cuenta con lujo de detalles aquellas jornadas donde además se suscita la imborrable foto de todos los Presidentes de América del Sur caminando por la Plaza de Mayo entre la marea de pueblo. Una imagen que rememora el Encuentro de Guayaquil entre los Libertadores San Martín y Bolívar. De aquella foto únicamente Sebastián Piñera (actual presidente chileno) y Pepe “el tupamaro” Múgica no fueron perseguidos por la justicia, fallecieron o fueron removidos de sus cargos a la fuerza por golpes de Estado.
Ese día Cristina nos decía:
“Y por esas cosas de la naturaleza también o de las ideas de querer siempre desde aquí parecernos a Europa y no ser nosotros mismos, americanos, latinoamericanos, habíamos traído como protagonista central de los festejos a un miembro de la Casa Real de España. Con todo el respeto que tenemos por todo, yo quería, en nombre de la historia de todos estos hombres y mujeres que están en esta Galería, y que en los últimos 200 años abonaron con su vida, con su sangre, con sus ideales, una América del Sur más democrática, con libertad pero para la igualdad; quería y queríamos darnos los argentinos un Bicentenario diferente; un Bicentenario popular, con el pueblo en las calles”.
Los festejos del Bicentenario marcaron un hito en la historia nacional.
Siempre es bueno contrastar y recordar, porque la memoria es una de las principales herramientas de los Pueblos que anhelan la libertad, las palabras del ex mandatario Mauricio Macri en Tucumán en ocasión del Bicentenario de la Independencia ante el Rey de España:
“Continuamos en este lugar. En esta casa histórica de Tucumán. Porque acá es dónde empezó la historia. Acá es donde un conjunto de ciudadanos se animaron a soñar. Deberían tener angustia de tomar la decisión, querido Rey, de separarse de España. No fue fácil ni en ese momento, ni es fácil hoy, asumir ser independientes, asumir ser libres...”.
No hay revolución sin Pueblo. O como le gustaba decir a Juan Perón: “a la Patria la salva una sola entidad: el pueblo”. El poder del pueblo volcado a las calles para ratificar un rumbo, una idea, llevar adelante una acción es, como hemos visto, fundamental en los procesos de emancipación.
Son lxs miles de compatriotas reunidos en esa noche lluviosa del 25 de mayo de 1810 exigiendo un gobierno propio, lxs soldadxs desconocidos que lucharon en los ejércitos de libración, lxs cientos de miles que se desahogaban luego de 18 años de proscripción y celebraban un 25 de mayo la asunción de Cámpora, los miles que se congregaron frente a Devoto exigiendo libertad, son lxs miles vieron esperanza en un Néstor que, con un tajo en la frente, recorrió la Plaza de Mayo un 25 de Mayo del 2003.
Todxs ellxs, plenamente conscientes de la implicancias de la sumisión y deseosos y decididos a luchar por la libertad. El pueblo como le gustaba refrendar a Perón es “la fuerza viva del movimiento” y es, no cabe dudas, el sujeto histórico de la liberación.
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