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La palabra y el reparo

Celeste Diéguez es una poeta que entre otras tareas de gestión y militancia cultural, está coodirigiendo un ciclo de poesía y música de la Municipalidad de La Plata denoninada “Ciudad de poetas”. Con Kranear la conocimos en una lectura que se realizó a mediados de abril en el barrio porteño de Saavedra (Poesía florida), y la invitamos a publicar dos poemas en nuestra revista.

11 de Mayo de 2025

Cover del Facundo (inédito)

 

Sombra terrible del 2001 voi a evocarte, 

para que sacudiendo el ensangrentado polvo

que cubre tus cenizas, te levantes 

a esplicarnos la vida secreta 

i las convulsiones internas que desgarran

las entrañas de este noble pueblo! 

 

Sin norte fijo, sin objeto,

sin que sepa por qué no puede 

conseguir un día de reposo, ni qué mano 

enemiga lo echa i empuja al torbellino 

fatal que los arrastra 

mal de su grado i sin que les sea dado sustraerse 

a su maléfica influencia?

 

Tú posees el secreto: revélanoslo.

El interrogante, la trama oculta

que desgarra las entrañas

de este noble pueblo pelotudo;

apenas sacudida del lomo

la brutal cadena,

volvemos a enrollarnos

poco a poco y vuelta a vuelta, temerosos

como si no hubiera clariado

en el cuerpo social entendedera suficiente

otra vez sombra del hambre, otra vez

terrible fantasma se cierne brutal, sobre nosotres.


Años de lid sangrienta no han desesperado

de vencer al monstruo que nos propone el enigma 

de la organización política de la República

pero no podemos;

los mismos apellidos

y no podemos;

las mismas alimañas enquistadas en los medios: la prensa!

y no podemos;

la misma rapiña empresarial, los oligarcas

la cripto timba financiera

el imperio a picotazos arrancando veloz

la carne nueva aún que se asentaba

en nuestra frágil osamenta.


¿No habeis oido la palabra woke

que anda revoloteando sobre nuestras cabezas?

 

¿De eso se trata, de ser o no ser woke?

¿O esta infame coalición es, por el contrario, 

una manifestación social, es una fórmula 

de la manera de ser de un pueblo,

la canción del odio hundida en el costado de la palabra pampa?

La derecha, tirano sin rival hoi en la tierra.

corazon helado, espíritu calculador, 

que hace el mal sin pasion,

 y organiza el desguace

 con toda la intelijencia de un Maquiavelo. 

 

“¡Traidores a la causa americana!” ¡Cierto

dicen todos; traidores, esta es la palabra!

¡Cierto! 

decimos nosotros; traidores 

a la causa americana.

¿y cuál creés qué es la causa americana?

¿de dónde te pensás que salieron los torturadores?

miles, día tras día, año tras año

partían temprano de casa a trabajar

y volvían a la noche con los zapatos limpios.


Un cuerpo colgado

de una barranca pendulando

entre dos fuerzas opuestas, 

ya levantándose en la balanza de los pueblos libres, 

ya cayendo en la de los despotizados; 

ya impío, ya fanático; 

ora constitucionalista declarado,

ora despótico imprudente; 

maldiciendo sus cadenas rotas a veces, ya cruzando

los brazos i pidiendo a gritos 

que le impongan el yugo

pidiendo a gritos

ay

un poco de despótica mano

que venga Trump, Georgieva y las fuerzas armadas monetarias vengan

llamarlas con todas nuestras fuerzas, que vengan

a sentarse en medio de nosotros,

libre la una de toda traba puesta al pensamiento, 

segura la otra de toda violencia i de toda coacción

y la gorra que desborda como el líquido en un vaso; 

-de este barro hizo aquella vez su glorioso edificio-

ya agarra ritmo peligrosa y no habla por boca de nadie

y no es una sombra

eso que arruga

la superficie del río.


¿Acaso porque la empresa es ardua, es por eso absurda? 

¿Acaso porque el mal principio triunfa,

 se le ha de abandonar resignadamente el terreno?

¡Qué! ¿se quedan tambien las ideas entre los despojos de los combates? 

¡Qué! ¿Somos dueños de hacer otra cosa que lo que hacemos, como Scioli no puede dejar de ser lo que es?

 

Un cuerpo puede doblarse y  no romperse

dócil, sincopado al movimiento que lo hace dar vueltas

valeroso a contrapelo en la corriente

acuclillado frente a la partida, en la espadaña.

El remolino se hace raudal, los buitres vigilan

pedazos de cosas que alguna vez creímos, faros

que seguimos.


Un cuerpo estirado al límite de su torsión

caído por tierra y arrastrado

perdiendo eso que se llama la forma

cada una de sus venas 

cintas rojas o azules, da lo mismo, golpeteando

cuerpos hechos para la guerra

para la cópula y el arrastre

flotan aparecidos sobre los poderosos.

Alguien una copla entona:

¿Acaso no estamos vivos

 los que despues de tantos desastres sobrevivimos 

 o hemos perdido nuestra conciencia 

de lo justo y del porvenir de la Patria

 porque hemos perdido algunas batallas?

 

Un cuerpo que se desmantela

crece en su posibilidad de estar en todas partes.


(Los fragmentos en cursiva pertenecen a la introducción del Facundo de Sarmiento de 1845 y respetan su flash ortográfico).


Celeste va adaptando El cover de Facundo en función de la vertiginosa coyuntura política de nuestro país.

//

fragmentos, de La plaza (Malisia, 2017)


A la plaza llegamos juntos, pero nos fuimos separando.
  

Sentir que el propio movimiento me va corriendo de lugar
entregarse al vaivén, al flujo de las cosas
no importa si empezás en la línea D y terminás en la A.
Elijo no pensar las cosas como fijas;
no se trata del contenido
lo que no tolero es la estructura
ese mirador rocoso
afianzado con hechos indiscutibles y cinismo.
Prefiero una precaria atalaya de leña verde
flexible, endeble
en constante transformación,
que vuele liviana, que ondule;
no que se ancle
no que se asiente.

En la plaza estábamos juntos por abajo y separados por arriba.

Tomar distancia de las cosas aun estando en ellas
un dron sobrevuela mirando
quién soy hoy, quiénes somos
qué significa esta escena en la que vos
hablás, hablás, hablás
y yo
te presto atención con una parte de mi cerebro
y con otra, asocio
resbalo
resbalo
y no te escucho.

Subidos a los palos de luz
y arriba de los puestos de diarios
están los pibes.
Ellos saben cómo trepar con rapidez
suspenderse en lo alto
y ver lo que quieren de manera completa.
Sí, hay peligro de calcular mal
caer de espaldas o electrocutarte
pero asumir ciertos riesgos
es la forma de ver todo el dibujo
y que no te la cuenten.
Ese potencial flamea por encima de las cabezas de todos;
la belleza de miles de deseos condensados
es la fuerza de acción de una plaza llena.
Esa imagen guardada en el corazón o en un archivo
única gloria posible frente a la posverdad
el conteo deficiente y la cobertura
de los principales canales de aire;
la forma
en que se disponen las palabras en el zócalo
para crear una noticia.

Los últimos años nos la pasamos entrando a esta plaza.

Vos, yo y tantos miles de hombres con sus mujeres del brazo
siempre dispuestos a explicar todo
a decirnos qué conviene comer, tomar
hacia dónde ir a buscar reparo
en caso de alguna eventualidad.
Y yo que no suelo esperar ninguna orden
pienso
cómo va a ser posible un cambio en esta área
tan sutil
si no es agarrándose a piñas cada vez
que alguien pretende decirnos cómo son las cosas
cosas que podemos ver con nuestros propios ojos;
entonces  quiero subirme a esa columna de luz
para poder ver el diseño completo
como qué va a pasar con nosotros
o fantaseo que voy al baño químico y aprovecho
para escabullirme entre esas hamburguesas
grandes y perfumadas que me llaman
el corazón emocionado porque hoy habla Ella
llorando por todos los amores que se han ido
que se han muerto en su vida, en la mía
y en las vidas de todos nosotros
tanto por hacer aún
y no se sabe por dónde
y está todo minado.

Así como vinimos a la plaza
así nos vamos a ir.
 
 

Que nos vuelvan a caer a golpes los mismos actores
tener miedo de las mismas pavadas
descubrir que no hemos podido

salir del rectángulo de césped que nos han destinado.
Cómo se puede medir
lo aprendido
por una pareja
por una persona
por una sociedad.   

¿Acaso somos víctimas de algún engaño
que no sea el propio tejido  
hebra a hebra de nuestra negligencia?
No, estaba ahí y no quisimos verlo
por tontos, por ciegamente enamorados.

Las cosas terminan como empiezan. 

Una marcha por una persona desaparecida
termina con gente presa.
Vos y yo empezamos deslumbrados
y terminamos encandilados.
Hablás de una cosa
y yo estoy hablando de otra.
Nunca fue tan clara la distancia
ni generó tanta grieta.
Aun entre nosotros que nos creíamos
en estado de excepción como todos los enamorados
ahora entre los bombos y las bombas
escucho como hilvanás las palabras en el aire
y en un correlato mental, tipeo:
-qué pasa con el amor cuando no alcanza para salvar nada?
-qué pasa con el amor si no puede parar el desastre?
Aflora mi militancia juvenil en épocas de Chiapas y Cutral Co:
“Cierta dosis de ternura, con su necesaria dosis de plomo”
pienso:
Los mismos caminos nos llevan a los mismos parajes.
pienso:
No caminar por la cancha que marca el enemigo.
pienso:
Seguís estando lindo con esas luces rosas detrás
los ojos oscuros brillando de fanatismo pedagógico
pero ese no es el tema.
La belleza del candidato no es el tema.
Hacer una linda pareja o lo favorable de la foto
no es el tema.
El tema acá es no caer en lo mismo
sin ni siquiera darnos cuenta.

//

Celeste Diéguez nació Chascomús, provincia de Buenos Aires. Es poeta, docente y editora. Publicó los libros La capital, (Vox, 2012), La enfermedad de las niñas, (Club Hem, 2013), El camino americano, (Eloisa Cartonera, 2015), La plaza (Malisia, 2017), Lo real (Caleta Olivia, 2018) y La canción del amor (Tammy Metzler, 2020). Codirige el ciclo de poesía y música de la Municipalidad de La Plata “Ciudad de poetas” y coordina el taller de chapa y pintura para textos El Golpe de Horno.

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