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Cristina es la figura política más relevante de la Argentina desde hace por lo menos 18 años, conductora del peronismo y hacedora de una obra de gobierno monumental. Ayer, el poder judicial corrupto y subordinado al poder económico, ratificó su condena por el mamarracho jurídico conocido como Causa Vialidad. La militancia la acompañó al PJ y luego a su departamento de Constitución, donde se montó una vigilia permanente.

Argentina. Qué país hermoso, e intenso, y complejo, y triste, y abrumador. No da respiro. A quienes nos apasiona la política, los que militamos en organizaciones populares, los que vimos en los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner un cambio rotundo de paradigma que modificó para siempre nuestras trayectorias vitales, encontramos en el peronismo un causal fundamental para pensar y sentir a la Argentina como el mejor país del mundo. El Peronismo, en tanto movimiento político, social, cultural y humanitario único en el mundo, ha sido históricamente perseguido, estigmatizado, hostigado, bombardeado. Proscripto. El recorrido es largo. Pero hay un elemento que se repite: el pueblo siempre vuelve. 

Hoy la persecución es a Cristina Fernández de Kirchner. Pero no es a ella, sino al proyecto y las banderas que representa: justicia social, independencia económica, y soberanía política. El tamaño y volumen de su figura, con la escandalosa condena judicial que le tiraron ayer por la cabeza, la hace alcanzar ahora la talla de una prócer. En primer lugar por su carrera política, intachable, que incluye dos mandatos presidenciales. Pero también por ser mujer, por la conducción política y estratégica de los intereses del campo nacional y popular que ejerce hace unos cuantos años, por haber perdido a su compañero en la mitad del camino, por haber sufrido un intento de magnicidio. 

Le cabe también la figura de prócer, por lo menos para el peronismo y el resto de las fuerzas populares, por la magnitud del ataque de parte de lo que ella misma señaló ayer en el PJ, el poder económico, el poder mediático, el partido judicial, y hasta el propio Javier Milei. Correrla a ella y al peronismo de la pelea electoral, dejará libre de obstáculos al gobierno libertario para que termine de arrasar con los derechos laborales, previsionales y sociales del pueblo, y de rifar los recursos naturales del país, aparte de nuestra soberanía.

La corte le puso un cepo al voto popular, dijo la presidenta del PJ. Foto: Catriel Remedi.

'Saben que somos los únicos que podemos construir una alternativa cuando esto se desplome”, dijo en la puerta del PJ, en un nuevo acto histórico, porque los próceres son así: van dejando una estela única a su paso. “El poder económico necesita que, cuando este monigote que tenemos de Presidente se caiga, la oposición no pueda organizarse', afirmó.

Ella lo dijo con claridad en 2023 cuando era vicepresidenta, y realizó un alegato en la Causa Vialidad a través de su canal de Youtube, después de que el fiscal Luciani pidiera doce años de condena (uno por cada uno de los doce años de gobiernos kirchneristas), pero sin haber aportado una sola prueba en su contra. “No vienen por mí, sino por el peronismo”, sostuvo.

Foto: Catriel Remedi. 

La Corte Suprema con menos legitimidad de la historia -único caso en el mundo integrada por solo tres jueces-, con una celeridad asombrosa y a tan solo siete días de que ella anunciara que iba a ser candidata en las elecciones de la provincia de Buenos Aires, dejó firme la condena contra Cristina. Se trata de una maniobra que cualquier persona con un mínimo de capacidad para razonar puede entender que forma parte de una estrategia que tiene el objetivo de sacarla de la cancha. Se trata también de un atentado contra la voluntad popular de millones de bonaerenses. Pero es aún más trascendental que eso. No sólo quienes tuvieran la intención de votarla deberían indignarse. Cualquiera que se considere ciudadano argentino debería ver esta situación como una amenaza latente y una clausura democrática. 

'Estar presa es casi un certificado personal de ética personal e histórica', dijo frente a la militancia que había ganado desde temprano la sede central del partido, en el barrio de Once. El fallo de la Corte ya era un hecho, una noticia que circulaba entre los celulares, y muchos de los presentes no podían contener las lágrimas. “No nos han vencido”, una de los temas más aguerridos y sentidos del cancionero popular peronista, tronó sobre la calle Matheu y alrededores. Después, como parte de una definición política pero también un movimiento espontáneo, se armó una caravana que enfiló en dirección a su casa. De fondo, el Diego, desde ese imponente mural en Av. San Juan retumbaba por sobre esa peregrinación con una frase que ya pasó a ser remera: voy a ser cristinista hasta los huevos. 

Peregrinación por Av. San Juan hacia la casa de CFK. 

Un rato después, más de cinco mil personas ocuparon la zona. Otra vez el cancionero, la mística, el acompañamiento a una líder que aún en las peores circunstancias, salió a un nuevo balcón, e incluso recibió dirigentes propios y ajenos que llegaron para solidarizarse. 

Cristina no pierde el tiempo, hace rato que piensa en una nueva etapa política en la Argentina. Porque eso hacen los próceres, miran más allá, siempre dos pasos adelante, con una comprensión global e integral que los hace correrse a sí mismos a un margen, para estar siempre contemplando, con claridad y entereza, al conjunto. 

author: Mariano Abrevaya Dios

Mariano Abrevaya Dios

Director de Kranear. Escritor.

author: Celeste Abrevaya

Celeste Abrevaya

Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires, especialista en Políticas del Cuidado con perspectiva de género por CLACSO y Diplomada en Género y Movimientos feministas (FFyL).

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