Cultura Musikero

Un puente entre generaciones y canciones

Nito Mestre se presentó en La Plata con su espectáculo “Ha Sido: A 50 años del adiós” a medio siglo del mítico concierto de despedida de Sui Generis en el Luna Park. Se trató de una celebración musical y emocional, un viaje por el tiempo con el que el músico repasó las canciones que siguen resonando como himnos de juventud.

Foto portada: Sol Sábato

Próximo a presentar en el Teatro Ópera de calle Corrientes el show denominado “Ha Sido: A 50 años del adiós” -un personal homenaje al cumplirse medio siglo del mítico concierto de despedida de Sui Generis en el Luna Park, realizado el 5 de septiembre de 1975-, Nito Mestre ofreció en el Teatro Coliseo Podestá de la ciudad de La Plata un concierto de largo recorrido, cercano a las dos horas de duración, evocando aquella despedida histórica, hito imborrable de nuestra música popular.

“Ha Sido…” (que, en realidad, toma el título de lo que iba a ser el último álbum de estudio de la banda) no se presenta como un simple recital, sino como una celebración musical y emocional: un viaje por el tiempo, en dónde Nito retorna a interpretar -junto a su banda estable- aquellas canciones que marcaron a generaciones y siguen resonando como himnos de juventud. Según Mestre, ‘un volver a encontrarme’, rescatando la idea de que la nostalgia no paraliza, sino que conecta.

El repertorio repasado en la cita platense tuvo su primera estación en “Aprendizaje” y estuvo fuertemente anclado en el peso del pasado, con prevalencia de reconocible impronta folk. Entre despedidas y reencuentros, Nito nos regaló auténticos tesoros, a lo largo de un repertorio minuciosamente desplegado. Porque todos vinimos a escuchar ‘aquellas canciones’ que sonaron en aquel Luna, y también alguito del presente, más no sea por orientar a desprevenidos: ¿en qué andará hoy Mestre?

El compositor rememoró tiempos de singles y longplays, aunque se guardó lugar para nuevas creaciones. Fueron dos: “Distintos” y “Cayendo”; la primera de ellas con especial dedicatoria. Promediando el recorrido, los clásicos inclinaron la balanza a su favor, y, en clave medley sonaron tres infaltables (“Alto en la Torre”, “Nena” y “Dime Quien me lo Robó”) que aun guardan secretos de grabaciones, encuentros, anécdotas y hallazgos.

Cincuenta años de rock y amistad.

Más adelante, fue el turno del recuerdo de Porsuigieco, etapa que prevalece en la memoria como una añorada reunión de amigos, luego de la fallida editorial musical. Sin detenerse, Mestre rescató con sentimiento discos fundamentales de su autoría como “20/10” (1981), “Flores en Nashville” (2009) o “Trip de Agosto” (2014).

En un formato íntimo y emotivo, acompañado por un cuarteto de talentosos músicos —que incluye guitarras, teclados, percusión— Nito ofreció un espectáculo cercano y cálido, en el que alternó música y palabras, generando inmediata complicidad con el público. Y estuvo perfectamente acompañado por sus músicos: Ernesto Salguero se lució en guitarra, mientras que Fernando Pugliese lo hizo en teclados y Julia Horton en guitarra, pandereta y secuencias. Además, cada uno de ellos complementaron al cantante en efectivas labores de coro.

El espectáculo incluyó relatos de Nito sobre la inagotable historia de Sui Generis, su vínculo con Charly García, postales de épocas tempestuosas, proyectos posteriores e instancias memorables de una carrera que se extiende por seis décadas. Una ceremonia sentida y sincera, en la que el cantautor nos retrotrajo hasta aquellos comienzos en el teatro de la comedia marplatense, ubicado en la intersección de Santa Fe y Rivadavia, donde dos estatuas de bronce inmortalizan a los fundadores del mítico grupo.

La formación (también integrada a lo largo de los años por Carlos Piégari, Beto Rodríguez, Juan Bellia, Alejandro Correa, Rolando Fortich, Francisco Prati, Juan Rodríguez y Rinaldo Rafanelli) marcó un antes y un después en la historia del rock argentino, dejando su huella a través de letras que se pronunciaron respecto la desencantada rutina y los sueños truncos que signaron años convulsos. Su música, profunda en alcance emocional, despabiló la sensibilidad juvenil y abrió caminos de corte confesional, merced a una poética urbana sin estridencias. Fiel al estilo que ha defendido durante su carrera musical, Mestre es el encargado de mantener vivo tamaño legado; profundo, sensible y crucial en la historia de la música popular argentina.

Su voz, su presencia escénica y su obra están intrínsecamente ligadas a una etapa clave de transformación cultural y social en el país. Junto a Charly, Nito gestó uno de los dúos más influyentes del rock vernáculo: Sui Generis no solo fue pionero en incorporar el folk y el rock acústico al panorama nacional, sino que también abordó con precisa combinación de ternura, inteligencia, valentía y rebeldía el valor de una irrenunciable libertad en tiempos de persecución y censura. Porque sí, solamente libres vamos a crecer.

Y si bien la historia de Sui Generis guarda varios capítulos de considerable importancia (como la breve reunión de 1981 o el multitudinario regreso con “Sinfonías para Adolescentes”, en 2000), uno de ellos persiste como el más emblemático: su despedida en el recinto de Avenida Corrientes y Bouchard cobró dimensiones históricas, plasmado en el disco homónimo y película “Adiós Sui Generis”, dirigida por Bebe Kamin.

Juventud: divino tesoro.

La efeméride retornó, una y otra vez, durante el concierto llevado a cabo en el Coliseo Podestá, entre cambios de tono y de ánimo, que fueron de lo festivo (“Mariel y el Capitán”) a lo conmovedor hasta las lágrimas (“Cuando me Empiece a Quedar Solo”), de lo introspectivo (“Cuando Comenzamos a Nacer”) al ritual de fogón de cantar entre todos (“Rasguña las Piedras”).

Grabar discos, pisar escenarios, trascender fronteras cercanas y soñar con cruzar las más lejanas. No perder la picardía, aunque tampoco la inocencia, conservar la inspiración. Eso es lo que se propuso Mestre al iniciar su trayectoria musical, cincuenta años atrás. Artista íntegro, en la actualidad conserva todo ello y sabe cómo atravesar, calmo y sereno, la colina de la vida. Sinónimo de sencillez y humildad, prefiere no hacerse cargo del elogio que, desde la platea, un espectador le profiere, con todo el amor y la convicción posible: ‘prócer’.

Repertorio:

Aprendizaje / Quizás porque / Hay formas de llegar/ Distintos / Canción para mi muerte / Beso en la nariz (de Adrián Berra) / Distinto tiempo / La colina de la vida / Hoy tiré viejas hojas / Cassandra / Dime quien me lo robó / Alto en la torre / Nena / Cayendo / Confesiones de invierno / Cuando comenzamos a nacer / Necesito / Cuando me empiece a quedar solo / Fabricante de mentiras / Mariel y el capitán / Estación / Bienvenidos al tren / El fantasma de canterville / Mr. Jones / Lunes otra vez / Rasguña las piedras.

author: Maximiliano Curcio

Maximiliano Curcio

Nació en la ciudad de La Plata, Argentina en 1983. Es escritor, docente y comunicador, egresado de la Escuela Superior de Cinematografía

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