Con los chicos (E)SI
En los últimos meses, con la llegada de Javier Milei a la presidencia, y el avance de una derecha ultraliberal pero con rasgos de un conservadurismo furibundo, asistimos a debates y discusiones que creíamos saldados. Las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, y la comprensión del período histórico de la última dictadura cívico militar como consecuencia de un accionar terrorista del Estado, la importancia de contar con una aerolínea de bandera, la aplicación de la perspectiva de género para la planificación y ejecución de políticas públicas, o el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y la legalidad del aborto seguro y gratuito, entre otros derechos conquistados que podemos mencionar.
Por estos días, el último gran debate gira en torno a la Educación Sexual Integral y se da a raíz de un posteo en Twitter de la vicepresidenta Victoria Villarruel, en el que condena el programa “Plan de Lecturas Bonaerenses”, que incluye una serie diversa de títulos: 'Cometierra' de Dolores Reyes, 'Las aventuras de la China Iron“, de Gabriela Cabezón Cámara; 'Las primas', de Aurora Venturini; 'Piedra papel o tijera', de Inés Garland, 'Berazachussetts', de Leandro Ávalos Blacha; 'Donde no hago pie', de Belén López Peiró y 'Graymoor', de Sebastián Vargas.
“Los bonaerenses no merecen la degradación e inmoralidad que @Kicillofok les ofrece. Existen límites que nunca deben pasarse. ¡Dejen de sexualizar a nuestros chicos, saquen de las aulas a los que promueven estas agendas nefastas y respeten la inocencia de los niños! ¡¡Con los chicos NO!!”, dice la vicepresidenta y cita un fragmento de “Cometierra”, en el que la autora narra una escena sexual.
La esposa del Reverendo Alegría parecía una caricatura lejana que al grito de “¡¿Alguien puede pensar en los niños?!”, representaba toda una escala de valores y pautas morales ligadas a la religión y a estructuras tradicionales, a familias nucleares, y esquemas binarios. No importa que la Ley de Educación Sexual Integral haya sido una de las leyes más discutidas, pensadas, y sea una de las normas más democráticas que tenemos gracias al nivel de debate intersectorial y federal que tuvo allá por 2006 y por impulso del entonces presidente Néstor Kirchner. Sin embargo, y a pesar de ello, vuelve una vez más a la carga. Pero vuelve con ribetes de moralidad, de modo tal que fuerzan la discusión a un plano muy básico y muy primitivo, porque hay que volver a explicar todo una vez más. Estamos acostumbradas y acostumbrados a remar pero a veces los brazos se cansan. Es agotador porque implica desandar nociones y conceptos que ya tenían un recorrido sólido, un piso válido de acuerdos. Pero no. Y entonces ahí estamos, con el músculo crítico siempre activo y listo para dar las discusiones que sean necesarias.
Ahora bien, tenemos voluntad pero es inevitable que surja la pregunta acerca de si no hay algo que está mal con eso. ¿No se supone que las democracias constitucionales deberían poder dar nuevos debates y generar nuevas ideas a partir de consensos que ya marcan un punto de partida? ¿Vamos a empezar de cero cada vez?
Es tan elemental y tan hipócrita el planteo que no da lugar a ningún tipo de complejidad ni de problematización de temas que efectivamente podrían debatirse y que enriquecerían el pensamiento de cualquiera. Pero cuando tenemos un presidente que en campaña nos habló de niños envaselinados y encadenados en los jardines de infantes, o que hace gestos masturbatorios cuando da inicio al ciclo escolar en un colegio secundario, se vuelve todo un poco desquiciante.
¿Molesta la palabra pija? ¿En serio? El celular de cualquier adolescente promedio es un casino virtual, que le da acceso libre no solo a prácticas potencialmente adictivas como pueden ser las apuestas online, sino también a pornografía explícita, o sitios y redes para comprar sustancias químicas. ¿Y la conversación pública va a girar en torno a que el gobierno de la provincia de Buenos Aires reparte gratuitamente libros? ¿Qué nos pasa? En Argentina ya vivimos la censura de libros, películas y obras de arte. Spoiler alert: sale mal.
Creería que es posible decir “no hay que darles lugar”, “si contestamos, visibilizamos más sus argumentos”, pero es realmente tan nocivo su planteo que es inconcebible no sentar postura. De no hacerlo, se constituye el peligro de que avancen sin ningún tipo de resistencia y terminen por destruir todo lo demás.
Mientras damos este debate, como cuenta acá Mariana Carabajal, “el jueves la Facultad de Derecho de la UBA será sede de un congreso internacional dedicado exclusivamente a hablar del falso SAP (Sindrome de Alienación Parental) que busca desacreditar y silenciar a niños y niñas que denuncian a sus padres por abuso sexual para proteger a esos progenitores pedófilos. El evento recibió el repudio de organizaciones y organismos que defienden los derechos de la niñez, entidades de abogados, gremiales, docentes y académicas. Una de las expositoras anunciadas es la abogada ultracatólica Úrsula Basset, señalada como virtual interventora de Karina Milei en la Cancillería y cara del giro ultraconservador de la Argentina ante la OEA y otros foros internacionales”.
Entonces, ahí vamos.
La Ley de Educación Sexual Integral, sancionada en 2006, en su artículo 1, comienza expresando que todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral. Ahí hay una clave de por qué la ESI en Argentina alcanza a todos los niveles educativos, desde el nivel inicial a la formación docente universitaria, a todos los niveles y a las escuelas tanto de gestión estatal como de gestión privada. Y esto es porque es un derecho. Es uno de los grandes logros que tiene la ley de ESI. Es un derecho. La ley podría haber dicho otra cosa, hablar de la obligación de la escuela en la materia, incluso de las familias o lo que fuera. Pero no sería un derecho de los estudiantes. Y los derechos son universales. Esto significa que alcanzan a todos los y las estudiantes, independientemente de la escuela que concurran, porque el titular de los derechos son los sujetos.
Por otro lado, la segunda parte de ese artículo dice “entiéndase por educación sexual integral aquella que articula aspectos biológicos, sociales, afectivos y éticos”. En esa formulación se sostiene que la sexualidad es un fenómeno complejo, y multidimensional. De este modo, se fue también hilvanando el hecho de que la sexualidad está relacionada con los derechos humanos y con la dignidad humana. Es decir, entendiendo que la sexualidad es mucho más una problemática del campo de la salud y la reproducción. Se pudo abordar en clave de derechos sexuales y reproductivos. Se corre el eje del área exclusivamente sanitaria para poder pensarlo más en clave de ciudadanía, en clave educativa, integral.
Entonces el rol del Estado es acompañar a los sujetos en su proceso mientras están en el sistema educativo formal, y acompañar ese proceso de subjetivación en clave de derecho, de género, y de diversidad, presentándose de distinta manera según los distintos momentos de las etapas de las personas.
En ese sentido, la ley de Educación Sexual Integral fue necesaria para que el Ministerio de Educación pudiese traducir al lenguaje educativo las temáticas de sexualidad. En la construcción de ese camino, participaron también organizaciones de la sociedad civil y organismos internacionales que venían alertando sobre la necesidad de que el Estado tomara algunos de los temas vinculados con la educación sexual integral.
Estos debates que estamos atravesando hoy ya tuvieron lugar. Actualmente se están reavivando discusiones de un sector más conservador, que ya en 2006 sostenía que la educación sexual no era un tema para la escuela. Esa fue la discusión más fuerte que se dio en aquel entonces en el recinto, tanto en Diputados como en el Senado.
Puntualmente ahí es necesario decir que la ESI colaboró con la detección de situaciones de vulneración de derechos en general y de abusos en particular. Y esto es básicamente, la ESI promueve la experiencia de una sexualidad libre y proporciona información científicamente validada. Esto permite tomar decisiones con relación al cuerpo y a la sexualidad cada vez más informadas y seguras. Y sabemos que la información es pura potencia, es acompañar a sujetos empoderados que cuentan con herramientas y recursos. En ese sentido, la ESI ayuda mucho a la promoción de la autoestima, de la imagen personal positiva, porque pone en valor la diversidad corporal, la diversidad de género, el respeto de los cuerpos de los otros y del propio, las identidades y las orientaciones sexuales de las demás personas.
En definitiva, la ESI contribuye a la creación de una ciudadanía más democrática, más equitativa, más respetuosa, más diversa. Ayuda a repensar los vínculos, y colabora con hacer frente a las situaciones de discriminación dentro de las escuelas.
Querer invalidar todos esos logros por un texto literario donde figura la palabra “pija” es muy soez y mezquino. Hay que ser estratégicos, salir a contestar con argumentos y conocimiento, pero no caer en provocaciones. Entender que lo que se juega acá es mucho más de lo que se muestra a simple vista. Precisamente somos los feminismos los que comprendimos que la cancelación no es la vía, el punitivismo no es lo que queremos construir. Hay que pelearse constantemente con el sentido común que enseguida nos lleva a eso. Es más difícil educar, pero ya lo sabemos, cuanta más violencia de género se desate, responderemos con más ESI. Con los chicos (E)SI. Porque los chicos son el presente, no solo el futuro, y los necesitamos lúcidos, activos, con toda la potencia que tienen y que buscan aplacar.
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