Entre la realidad, la ideología y el deseo
En su libro “Estudio sobre la mentalidad burguesa”, José Luis Romero analiza la estructura real e ideológica del mundo burgués; la primera, de carácter material, dice, hay que vincularla al plano de lo inmediato, y la segunda se relaciona en el nivel de las mediaciones, que en términos marxistas tiene que ver con la enajenación o la falsa conciencia.
Analizar los últimos sucesos en Cuba nos obligan a distinguir y ponderar entre las implicancias del carácter material del fenómeno y las mediaciones simbólicas que operan en la realidad.
La base material
En un informe del Banco Mundial de junio de 2020 se establecía que el Covid 2019 hundía la economía mundial en la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial.
En el caso cubano la realidad material se recrudece cuando le agregamos la dimensión del bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos desde 1960. Un escenario que empeoró desde la administración Trump, quien volvió a poner a Cuba dentro de la lista de países que impulsan el terrorismo, un hecho que terminó afectando dos cuestiones fundamentales: el turismo norteamericano en la isla y el envío de remesas monetarias de cubanos residentes en los Estados Unidos hacia su país.
Paradójicamente, la actual administración de Joe Biden no modificó las sanciones hacia Cuba, ya que la isla viene precisamente a unificar criterios políticos entre republicanos y demócratas, o al menos pone en tensión aquellos postulados que sostienen que los republicanos se involucran en menor medida que los demócratas en asuntos regionales, o aquellos desprevenidos que dejan influenciarse por la nominación demócrata y sostienen que éstos son una garantía para la paz mundial. Cuando se trata Cuba, demócratas y republicanos cabalgan juntos.
Desde lo cotidiano, el bloqueo le impide a Cuba alcanzar acuerdos comerciales con diferentes naciones, las pocas empresas cubanas deben triangular sus importaciones y sus exportaciones, y éstas últimas generalmente pasan por bancos británicos y canadienses, que se quedan con una parte importante de las transacciones. El bloqueo funciona como aleccionador, pero también como mecanismo de estafa imperial.
En lo cotidiano el bloqueo afecta principalmente dos ramas que son casualmente las que más visibilidad adquieren en las protestas de estos días: los alimentos.
Existe un viejo refrán tendencioso, pero de base material concreta, que reza que en Cuba hay tres problemas: desayuno, almuerzo y cena. Los esfuerzos de la Revolución por reorientar esta situación encontraron escollos estructurales y coyunturales, y si bien hay momentos en que estos escollos se alternan, el problema se presenta cuando coinciden. La crisis actual se explica por la convivencia de factores estructurales y coyunturales, a nivel material.
El otro gran problema del bloqueo es el impacto en la salud. Si bien Cuba es un horizonte en cuestiones de conocimientos de ciencias médicas, se topa con un gran obstáculo cuando quiere comprar insumos sanitarios y medicamentos. Mientras avanza en creación de su vacuna Soberana 02 y Soberana Plus para enfrentar el Covid, se topa con los límites del bloqueo, por ejemplo en la adquisición de jeringas. En los últimos días se ralentizó la campaña de vacunación producto de la falta insumos, un hecho que generó un colapso sanitario en provincias como Matanzas.
Mediaciones entre la falsa conciencia y la emergencia de una nueva subjetividad
La Revolución no puede detener el derrotero inevitable de la biología, y aquel 1 de enero de 1959 se va alejando todos los días un poco más. Las nuevas generaciones, a pesar de estar formadas culturalmente por la Revolución, están atravesadas por otras inquietudes y voces. El fallecimiento de Fidel Castro, figura central de la política cubana del siglo XX, el alejamiento de Raúl Castro del gobierno y la asunción de Miguel Díaz-Canel, dan cuenta de que Cuba atraviesa un proceso de transición político generacional, una realidad que habilita un escenario lleno de interrogantes e incertidumbres que, en el marco de una coyuntura internacional inestable, se magnifican.
En política puede suceder que los acontecimientos vayan más rápido que las decisiones de los hombres y las mujeres, y algo de esto está sucediendo por estas horas. El siglo XXI pone a la Revolución en un lugar de toma de decisiones que no pueden ser abordadas con herramientas de la Guerra Fría. La necesidad de ampliación y reconocimiento de nuevos derechos, los cuales también son parte de las modas globalizadoras, deben ser trabajados bajo la dimensión táctica de la política. El éxito de un proyecto político y más de un proceso revolucionario es la búsqueda de mayor consenso posible. En ese sentido, soluciones tácticas para problemas inmediatas deberán estar en agenda en los próximos días.
Hay que reconocer que parte de la manifestación contiene a sectores populares y algo de esto sucedió en 1994 cuando la Revolución pasó momentos de zozobra; la diferencia estuvo en que Fidel Castro se plantó en el Malecón para calmar los ánimos.
Los analistas advierten sobre un nuevo foco de guerra híbrida, la apuesta a un clima de caos impulsado por actores externos apoyados por socios locales que aprovechan una debilidad coyuntural del gobierno revolucionario para señalar las características fallidas del Estado cubano. Así, buscan el desgaste y la desmoralización del pueblo cubano. No es la primera vez que Cuba sufre este tipo de accionar, y lo híbrido en la isla se llama injerencia imperial.
Con todo esto, la Revolución se encuentra franqueada en dos planos. Debe tomar decisiones en política interna, ya que a veces conceder no implica renunciar a los logros. Pero sobre todas las cosas necesitará resolver el frente internacional. El gran problema de estos días no son las movilizaciones, sino el bloqueo que se recrudece con la pandemia. En todo caso las movilizaciones son consecuencias de la pandemia. Saber poner el caballo adelante del carro nos servirá para comprender el cuadro de situación.
Perón, un hombre sabio, sostenía que las agresiones entre las naciones no son solo militares, sino que pueden ser económicas y de propagandas. Resolver el problema económico está vinculado a la cuestión internacional, se necesita marcos de acuerdo estructural, nuevas reglas del juego y un compromiso más fuerte de la comunidad internacional por fuera de los Estados Unidos y sus satélites para avanzar en una agenda de aperturas y concesiones a favor de Cuba. La solución a los problemas internos de la política cubana no vendrá por recetas de la Organización de Estados Americanos (OEA), ni por el deseo de Miami, sino serán los mismos cubanos quienes deben decidir su destino, como lo vienen haciendo hace sesenta y dos años.
Alguna vez Roberto Fontanarrosa comentó que las únicas dos veces en que la que esposa lo despertó antes de las 10 de la mañana fue por la recuperación de las Malvinas y la vez que Maradona firmó por Newell's. Ninguno de nosotros nos quisiéramos despertar con el anuncio del fin de la Revolución.
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