Militancia

Fuerza, inteligencia, corazón y templanza

Una militante de base comparte algunas definiciones luego de haber participado del IV Encuentro Federal de Derechos Humanos que se realizó hace unos días en el Espacio Memoria y Derechos Humanos. Máximo Kirchner encabezó el acto de cierre.

4 de Noviembre de 2022

Por Johanna Sierra, militante de la comuna 7 (CABA).

El 29 de octubre nos volvimos a encontrar en el VI Encuentro Federal de Derechos Humanos, organizado por la Red Federal de Derechos Humanos y con el apoyo de la Secretaría a cargo de Horacio Pietragalla Corti.

Dividida en distintas comisiones temáticas como diversidades, identidad, comunicación, discapacidad, comunidades afroargentinas y afrodescendientes, migrantes, participación estudiantil, pueblos originarios, violencia institucional, espacios de memoria, salud mental, trabajo y juicios de lesa humanidad, la mañana transcurrió entre debates plurales alrededor del eje de los discursos de odio y el Lawfare, y sus implicancias en nuestras comunidades.

La militancia de base conoce muy bien de qué hablamos cuando hablamos de odio: centenerares de pibes y pibas pobres son asesinados por las fuerzas de seguridad en todo el territorio nacional, apresados en las cárceles sin condena, mujeres violentadas por los machistas y femicidas, travestis y trans sometidas al sistema prostibulario, a la trata de personas, a los travesticidios, las personas con discapacidad aisladas del sistema educativo y la habitabilidad de nuestros espacios comunes, pueblos originarios desarraigados y reprimidos en nombre de la propiedad privada, migrantes e hijes de migrantes discriminados por tal, dirigentes políticos presos por enfrentarse a poderes injustos en sus territorios, etcétera, etcétera, etcétera.

Sobran lxs especialistas que vienen abordando esta problemática. Sabemos que los poderes concentrados, con su arma mediática, construyen, multiplican y hacen carne en la ciudadanía las imágenes de ese Otro que invitan primero a identificar, luego a discriminar y, finalmente a eliminar. El discurso de odio es belicista y no debe tener lugar en la sociedad democrática que queremos construir.

  La militancia de base conoce muy bien de qué hablamos cuando hablamos de odio

En su discurso de cierre, cuando caía el sol, el compañero diputado Máximo Kirchner señaló con buen tino la gran duda: ¿cómo hacen los grupos violentos, que han atentado contra militantes de base hasta llegar al intento de magnifemicidio contra Cristina Fernández de Kirchner, para identificarse como marginados sociales? ¿De dónde sale su sensibilidad de hombres y mujeres que no tienen voz cuando basta con prender la televisión para ver sus discursos habitados en los más renombrados periodistas del prime time?

Lejos estamos de no reconocer que las condiciones económicas determinan también las subjetividades marginadas. Queremos hacer hincapié en que no toda persona que siente la imprevisibilidad del futuro y la angustia se convierte necesariamente en fascista. Estamos convencidos y convencidas que esto tiene un origen claro y es el que acabamos de nombrar: la articulación política, judicial, económica y mediática.

Pero ¿cómo les hacemos frente?

En las diversas comisiones del encuentro se han nombrado tan sólo algunas de las herramientas que tenemos como militantes sociales y activistas para combatir y hacer presión. A saber: la aplicación de la Ley de Medios; la promoción de la Reforma Judicial; la concreta aplicación en todo el territorio nacional de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), la Ley de Cupo Laboral Trans; continuar con la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional, en pos de la consolidación del Proyecto de Ley de Abordaje Integral de la Violencia Institucional; acompañar y promover la Campaña por el Derecho a la Organización en la Escuela Secundaria, recordando la existencia de la Ley de Centros de Estudiantes, entre tantas otras habidas y por haber.

Queda entonces poner en práctica con organización y responsabilidad el combate cotidiano. Es menester, como nos viene diciendo Cristina, hacer crecer y comprometer la participación ciudadana como herramienta de cambio. Como también supo decir nuestro compañero Máximo, hay que militar con el deseo de transformar esta realidad y de no conformarnos: “y si es cada vez más cuesta arriba, más fuerza, más inteligencia, más corazón, más capacidad y más templanza para poder organizar”.

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