Militancia

Hagan lío y organícenlo bien

Murió el Papa Francisco, es cierto, pero morir, morir en serio, mueren los mortales. Hay quienes estuvieron, están y estarán vivos en la historia y en el corazón del pueblo, el gran pueblo argentino salud, como le gustaba remarcar a él, apunta Arnolfi en el manifiesto político, ético, humanitario, feminista y poético que escribió en relación al primer Papa argentino y peronista.

Murió el primer Papa argentino, el primer Papa no europeo en casi trece siglos.

Murió el Papa Francisco, nacido en Flores, Ciudad de Buenos Aires, el humanista más importante del mundo.

Murió el Papa Francisco, profesor de literatura y de psicología, hincha de San Lorenzo, escritor de las encíclicas más revolucionarias de la historia del catolicismo.

Murió el Papa que quiso llamarse Francisco por San Francisco de Asís, el patrono de la naturaleza, santo del amor fraterno, la sencillez y la alegría.

Murió el Papa que dijo ser devoto de San Francisco de Asís porque “caminó junto a los pobres, los abandonados, los enfermos, los descartados, los últimos”.

Murió el Papa que, al asumir en el Vaticano, llevó a un amigo cartonero de Villa Fiorito y lo sentó junto a presidentes y reyes del mundo.

Murió el Papa que rechazaba el lujo. Murió el hombre que al ser nombrado Papa mandó a pedir sus zapatos gastados de siempre y eligió vivir en una pieza en la residencia de huéspedes.

Murió el Papa que dijo “Nadie se salva solo”. Murió el Papa que pidió que escuchemos, que nos cuidemos, que no huyamos ante el dolor ajeno, que nos quedemos cuando todos se van.

Murió el Papa de los últimos. El Papa de los trabajadores, los humildes, los migrantes, los reos, los marginales, los caídos.

Murió el Papa que hablaba de una Iglesia pobre y para los pobres. Murió el Papa que hablaba de justicia social y derechos humanos.

Murió el Papa rebelde, jesuita, anti sistema, contracorriente, contra climático. Murió el Papa que hablaba contra la época gobernada por el individualismo, el odio y la crueldad.

Murió el Papa, el único hombre con poder, influencia y alcance mundial que comunicaba que está mal ser mala persona.

Murió el Papa que pedía tierra, techo y trabajo para todos.

Murió el Papa que hablaba de defender la dignidad de los trabajadores, la dignidad del trabajo y el bien de la tierra, nuestra casa común. Murió el Papa que subrayaba la importancia de crear trabajo, trabajo bueno, trabajo para todos.

Murió el Papa que dijo que “Los cristianos no podemos lavarnos las manos, debemos meternos en política porque la política es una de las formas más altas de la caridad ya que busca el bien común”.

Murió el Papa que dijo: “Hagan lío y organícenlo bien”.

Murió el Papa que dijo: “Una persona que piensa en construir muros, cualquier muro, y no en construir puentes no es un cristiano”. Murió el Papa que hablaba de la importancia de tender puentes entre personas, entre pueblos, entre credos.

Murió el Papa que odian las ultraderechas, los conservadores, los neoliberales, los belicistas, los rancios de toda ranciedad.

Murió el Papa que criticaba, señalaba y denunciaba a los ricos del mundo, a los poderosos, a los trepadores. Murió el Papa que dijo que “El diablo entra por los bolsillos”.

Murió el Papa que abrió las puertas de la Iglesia, sabiendo que, de esa manera, llamaba a descentrarse para amar al prójimo. Murió el Papa que decía que “La Iglesia no es una aduana”.

Murió el Papa que dijo que Dios no rechaza a nadie. Al ser entrevistado por una persona no binaria que le preguntó por los que usan la Biblia para impulsar discursos de odio, él contestó: “Aquellos sacerdotes que promueven el odio son infiltrados. La Iglesia no puede cerrarle las puertas a nadie”.

Murió el Papa que pidió “desmasculinizar” la Iglesia católica. Murió el Papa que dijo: “Cuando las mujeres están a cargo, las cosas funcionan”. Y también: “La inclusión de la mujer no es una moda feminista, es un acto de justicia”.

Murió el Papa pacifista. Murió el Papa que dijo que la guerra siempre es una derrota.

Murió el Papa que hablaba del amor a la patria y a nuestras raíces. Murió el Papa que dijo: 'A aquellos que dicen que los héroes nacionales ya pasaron y que ahora empieza todo de nuevo, a ellos reíteles en la cara. Son payasos de la historia”.

Murió el Papa que presentó un libro que se llama Viva la poesía. Porque amaba la poesía y decía que no es lo que algunos creen: 'Apoyarse en la poesía no significa huir, ni entrar en un mundo paralelo. Apoyarse en la poesía significa, en cambio, redescubrir este mismo mundo de un modo más profundo, redescubrirlo bajo otros reflejos'.

Murió el Papa que citaba a Borges, a Marechal, al Martín Fierro. Murió el Papa que hablaba de San Martín.

Murió el Papa que hablaba de ternura. “Necesitamos el milagro de la ternura”, decía. Y también: “Donde el amor se hace concreto, se hace cercanía, se hace ternura, se hace compasión, allí está Dios”. Y también: “Amando este mundo, amándolo con ternura, descubriremos que todos los días y todas las cosas llevan escondidos en sí un fragmento de misterio de Dios”.

Murió el Papa que dijo: “Amar no es dar lo que sobra, es dar lo que cuesta”.

Murió el Papa cuyos principios filosóficos para la construcción de un pueblo eran: La unidad es superior al conflicto, el todo es más importante que las partes y la realidad es superior a la idea.

Murió el Papa que no pensó cómo le gustaría ser recordado pero una vez dijo: “Me gusta cuando uno recuerda a alguno y dice Era un buen tipo, hizo lo que pudo, no era tan malo'.

Murió el Papa Francisco y lloran hasta los ateos, los agnósticos, los no creyentes, los que dejaron de ir a misa, los críticos de la institución eclesiástica.

Murió el Papá que acercó muchas personas a la fe y a las ideas del humanismo que propone la ética cristiana.

“¿Quiere decirle algo a los argentinos?”, preguntó Bernarda Llorente al Papa Francisco en una de las últimas entrevistas que dio. El Papa Francisco respondió: “Al gran pueblo argentino salud. Que sigan luchando. Que se defiendan de las ideologías. Que no se dejen engañar por los que venden manises. Que luchen por los derechos”.

 Murió el Papa Francisco, es cierto. Pero morir, morir, mueren los mortales. Hay quienes estuvieron, están y estarán insoportablemente vivos en la historia y en el corazón del pueblo. Al gran pueblo argentino salud. Como le gustaba remarcar a él.

author: Jimena Arnolfi

Jimena Arnolfi

Poeta y periodista. Publicó los libros “Campamento de supervivencia”, “Hay leña” y “Todo hace ruido”, entre otras publicaciones.

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