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“La libertad es fundamental en el arte y la vida”

Sofía Brito es actriz de cine y teatro, hace poco debutó como realizadora audiovisual al frente de un documental que se estrenó en varios festivales, y conversó con Kranear sobre su película, su carrera en el teatro, la realidad del sector y también la del país, de cara a las elecciones.

Sofía Brito es una destacada actriz de cine y teatro, que nos revela nuevos matices de su talento estrenándose como realizadora audiovisual. Acaba de dar a conocer “La Verdad Interior”, documental de corte ensayístico, participante en el °15 BAL del °20 BAFICI, la Competencia Internacional del DocLisboa 2019 y SANFIC 2020. Su ópera prima es un atractivo manifiesto autoral, el cual visualiza un poderoso vínculo artístico y emocional junto al emblemático James Benning. En una extensa charla para Kranear, nos revela detalles de un proceso creativo que reafirmó su voz como artista; también su mirada acerca de la industria de cine nacional y su sensibilidad respecto de la realidad social y política de cara a un 2023 electoral.

 

-Sofía, contale a nuestros lectores acerca de tus inicios. ¿Cómo y dónde comenzaste a desarrollarte como actriz?

Empecé a estudiar teatro a los siete años, en el IVA (Instituto Vocacional de Artes), haciendo allí nivel primario y secundario. Estudié con distintos maestros como Raúl Serrano y Ricardo Bartis. Luego estudié con Claudio Quinteros, pero mi formación más fuerte, a lo largo de seis años, fue con mi maestro fue Guillermo Angelelli, a quien le estoy infinitamente agradecida. A la par de estudiar, fui haciendo obras y performances. Cuando era chica quería ser parte del elenco estable del Complejo Teatral San Martín. Por cuestiones del destino, terminé siendo más actriz de cine que de teatro, si bien ambos lenguajes, con su especificidad y encanto, me maravillan por igual. Nunca había pensado en ser actriz de cine, pero de a poco me fui metiendo y se fue abriendo un mundo inesperado. La primera película que hice se llamó “Los Salvajes”, y se estrenó en 2012, en el Festival de Cannes. Fue la puerta de entrada a este mundo en el que llevo trabajando ya doce años.

-¿Qué representó para tu trayectoria formar parte del reparto de “Eva no Duerme” (2016)?

“Eva no Duerme” fue para mí una película muy particular. Pablo Agüero, su director, estuvo haciendo el casting durante un año y medio, y no encontraba a la actriz que quería para el papel de Norma Arrostito. Algunos amigos le hablaban de mí, sin embargo, él buscaba el perfil de una morocha andrógina. Finalmente me llama, hago el casting y días después me cita. Me dice que yo no doy con el physique du rol pero me halaga: según él, yo no ‘actuaba’, sino que ‘era’. Tiempo después de seguir buscando a la actriz indicada, se decidió por mí. Yo anhelada estar en esa película, me encantaba la idea de interpretar a Norma; leí el guion y quedé fascinada. Trabajé en varias instancias además de actuar, en colaboración con Pablo, es una película que quiero mucho. De hecho, el título surgió en una charla, a partir de un chiste que yo le hice. “Eva No Duerme” me sorprendió como actriz, porque no sabía que podía hacer lo que hice. Me ayudó a ver de nuevo esa parte muy fuerte de la historia argentina y me hizo acercarme a Eva Perón de un modo mucho más sensible. Ella es un personaje emblemático, hermoso y de avanzada. La admiro mucho.

-¿Cuándo formaste parte de los Programas de Cine del Torcuato Di Tella y cuál fue tu rol allí?

Yo estudié el programa de cine del Torcuato Di Tella en 2017. Siempre me gustó contar historias y me interesaba el quehacer del cine especialmente, explorar en cómo se hace una película. Gracias al taller, y creo que esto tiene de bueno, pude encontrar mi propia voz. Allí conocí a James Benning, un personaje que cambió mi vida, y tuve de tutores a Andres Di Tella, Agustín Mendilaharsu, Joao Moreira Salles y al propio James. Durante este proceso, fui recuperando mi propia visión del mundo, mi propia poética. Yo simplemente fui una alumna más ahí.

-¿Cómo podrías definir la importancia artística y la integridad humana de una figura como James Benning? 

Para mí, James es un hombre de muchos años vividos que se da la libertad que los jóvenes no nos damos. En su momento, nos veía a nosotros, jóvenes, con miedo; no permitiéndonos ser y hacer lo que queremos. Así es como en él vi el ejemplo de un hombre con una mirada del mundo sin prejuicios, que se daba el gusto de hacer lo que quería. Nuestra generación tiene mucho miedo a la mirada ajena: qué es lo que se puede y lo que no. De manera que ese hombre me conmovió, yo quería ser como él. Pero no de más grande, de ahora. Su estilo de cine es muy sensorial. Él te invita a tener una auténtica experiencia. No es su abordaje intelectual, sino emocional, algo que me cautivaba. Sobre todo, veo en él al ser humano que tiene libertad y trata de buscarla todo el tiempo. Me parece algo fundamental en el arte y en la vida.

-¿Cómo llegaste a cruzar caminos artísticos con él para “Telemundo”?

Conocí a James Benning cuando vino a dar una masterclass al programa de cine del Instituto Di Tella. Creo que le llamé la atención porque era la única persona del grupo que no sabía hablar en inglés. A diferencia de ello, como me gusta la matemática y el lenguaje simbólico, todo lo que él explicaba al respecto podía comprenderlo. Me encontré con un ser humano muy especial. Hubo de inmediato una conexión bastante particular. A él le interesaba mi punto de vista, mientras que a mí me impresionó que una persona mayor, con semejante trayectoria, tuviera tanta libertad. Comenzamos a vincularnos artísticamente, intercambiando ideas para un proyecto en común. Luego, viajé a California a verlo y así poder continuar el proceso de creación.

-¿Cómo experimentaste la transición de actuar a dirigir a partir de este proyecto junto a James? ¿Qué nuevos desafíos encontraste?

Como te comentaba en una respuesta anterior, comenzó a surgir con James, espontáneamente, un intercambio artístico. Él me envió un mail desde California invitándome a hacer juntos una película en colaboración, pero por cuestiones de agenda no pudimos materializarlo (yo en ese entonces estaba rodando “Rosita”). El vínculo siguió mediante mensajes de correo durante meses, planificando cómo podían dialogar los materiales con los que contábamos y nos compartíamos. Comenzamos a perfilar ideas, nos imaginamos viendo, por sugerencia de él, la película de Arturo Ripstein “El Castillo de la Pureza”. Así fue como, tiempo después, yo viajé a Estados Unidos. Con la ayuda de traductoras, terminamos de pensar, escribir y armar el proyecto, bajo su dirección. Yo registré todo el proceso. “Telemundo” la filmamos en una sola toma, una sola vez. Tenía que salir bien y sin fallas, casi como si fuera una experiencia analógica pero filmada en digital.

-El título de tu ópera prima “61, La Verdad Interior” refiere a un hexagrama del I-Ching. ¿De qué forma resignifica tu búsqueda conceptual en esta obra?

La verdad interior, es el hexagrama número sesenta y uno del “I-Ching”. A mí me interesa mucho el mundo simbólico y lo que hay detrás de las cosas. Lo oculto siempre me interesó. Cada uno de nosotros somos un trigrama del “I Ching”, y me dio mucha curiosidad lo que numéricamente daba entre James y yo. Así fue como surgió este hexagrama, que ya conocía porque me había guiado en diversos momentos de mi vida. De hecho, el “I-Ching” es un libro sapiencial que me acompaña desde la adolescencia. En sí, me parecía que aquella revelación hablaba de este encuentro y del proceso que yo atravesaba. No dudé de que era ese el título, a pesar de que algunas personas me desalentaran al respecto. Creo que, finalmente, habla mucho de este encuentro y lo que atravesaba mi interior. Quien era yo. Había algo allí en la película, que no se expresa con palabras, pero que pasaba por recuperar mi voz en el proceso de creación. Poder encontrarla y exponerla. Mi verdad, nada más; y por eso era importante que fuera ese el título.

-Tu película me resultó tanto una reflexión acerca del paso del tiempo como de la naturaleza enigmática y ambigua del lenguaje. ¿De qué modo identifica tu mirada estas dos grandes temáticas?

Estas dos temáticas que me mencionas, el tiempo y el lenguaje, están alrededor mío de forma incesante. El lenguaje como posibilidad e imposibilidad al mismo tiempo. Además, el lenguaje como palabra y lo que expresa. Por otro lado, aquellos lenguajes que expresan sin la palabra. El lenguaje cinematográfico y el lenguaje de los cuerpos son fundamentales en mi vida. En la búsqueda de verdades o suposiciones de verdades. La idea del tiempo me parte la cabeza, de hecho, mi próximo proyecto se llama “Teorema Acerca del Tiempo”, en donde empiezo a desarrollar la idea de los diferentes tiempos que podemos percibir o abarcar. Algo difícil de expresar. Son dos temáticas que mueven mi ser y me resultan esenciales, tanto como artista como ser humano y es algo a lo que le presto suma atención y estudio en profundidad también.

-Y en este viaje -tanto físico como existencia-, que llevas a cabo en tu documental, se nos revela la matriz de un proceso creativo. ¿Cuál fue el aspecto que te atrajo más al indagar en este sentido?

En paralelo al proceso creativo llevado a cabo junto a James, tenía que realizar una especie de tesis para el Programa de Cine del Instituto Di Tella, y como siempre fui muy curiosa, me atrajo la idea de indagar en cómo se hace una película, aspecto que había estado elaborando con James. Cuando volví de California, con todo el material trabajado, más una entrevista que le realicé y junto al proceso de creación de “Telemundo” -la película que realizamos en colaboración-, hice un cortometraje de veinte minutos. Finalmente, me di cuenta de que, en realidad, quería hacer una película y así fue como aprendí a editar y animar, perfeccionándome y adentrándome en un proceso muy largo, pero en el que siento que encontré una forma de narrar que es super importante. Una como actriz está en pos del relato del otro, algo muy lindo en sí, pero en este caso, por mi formación primaria que tiene que ver con las artes en general, siempre tuve la necesidad de contar y expresar mi mirada del mundo. A lo largo de este proceso, pasé por no saber que hacer e ir a ciegas, también por estadios de frustración, pero me atreví a mostrar quien soy y fue un paso muy grande para mí, como artista y como mujer. Realmente enriquecedor y valioso.

-Como mujer participante de nuestra industria, ¿qué opinión te merece el estado actual del cine nacional?

Me da tristeza el estado del cine nacional, en relación con los recursos y cómo se administran. El INCAA está venido abajo, no se financian películas como se debería, las productoras se deben achicar y las posibilidades se acotan. Somos una sociedad super creativa, que, con poco hacemos mucho, y no es aprovechado. El arte no debería ser un negocio. Tiene que ver con la valoración que le damos a esto que hacemos y que da trabajo a muchísimas personas. Sería hermoso apreciar la industria que tenemos, tan grande a nivel artístico, y la vidriera internacional a la que accedemos en festivales. Sin embargo, hay películas que hice que acá, en nuestro país, no se estrenaron. Me da tristeza que no lleguen al público para el cual fueron hechas. Que no se destinen fondos a financiar películas y series. Entre los aspectos a mejorar, encuentro el tema de la distribución, que es un problema que data desde hace años. Reitero, tiene que ver con la valoración y el prestigio. Me da tristeza ver a todos las personas involucradas en esta industria con su trabajo precarizado. No son muchos aquellos que son afortunados en el gremio de tener continuidad laboral. En este sentido, creo que se cuida muy poco.

Como mujer de la industria pienso, y lo digo como actriz, que debería cambiarse cómo se representan las mujeres y los lugares que tenemos en las historias. Deberíamos desterrar el estereotipo de la bella; mostrar cuerpos reales, sin maquillaje ni operaciones, porque ese imperativo de belleza causa daño a las mujeres. Como actriz me lo planteo mucho, es algo importante por hacer, y, en lo personal, por ser totalmente heteronormativa, es algo a lo que le presto mucha atención. También, nos haría mejorar el hecho de poder contar las historias desde la mirada femenina y muchas veces hay menos lugar para ello. El lugar y la imagen que ocupamos las mujeres, en el relato. Excede al cine, claramente, la disparidad, a nivel histórico, es todavía existente el desbalance. Respecto a los castings, a las situaciones de escenas sexuales o con poca ropa, creo que hay otra conciencia y más cuidado, algo que me alegra. Pero hay mucho trabajo por delante aún.

-De cara a un año electoral, ¿cómo ves la realidad política argentina?

Si uno se basa en lo que escucha y ve, da miedo. Siento que las dos fuerzas políticas más grandes que tiene nuestro país están peleándose para adentro. En lo personal, soy mucho más afín a un sistema social que al macrismo. No estoy a favor de lo neoliberal ni del capitalismo, solo no se salva nadie. Creo que la persona que vive en la calle es un reflejo de mí, que mientras haya un niño desnutrido viviendo en la calle, desnutridos estamos todos. Me da miedo la desesperanza en la gente y el fervor que puede ser contraproducente, me entristece. Me dan miedo las operaciones políticas, los medios de comunicación y lo que la gente quiere creer de la verdad que se cuenta. No creo en los medios que son más consumidos, no creo que nos hagan pensar.

De cara a un año electoral, sin dudas, elijo a este gobierno frente a las otras posibilidades. Mi deseo es que pase como ocurrió con Néstor: frente a la nada surgió esta fuerza, quien luego de ganar con muy pocos votos, se afianzó y de allí surgió la luz. Vivimos una primavera. Cristina, más allá de lo que se pueda creer o pensar, es una mujer super lúcida a la que admiro. Si bien hay cosas que no comparto, ella es mi esperanza porque me da miedo que la fuerza minoritaria sea Milei. El PRO es un espanto, pero lo otro es mucho peor. Creo que hay que unirse, me gustaría que se una la izquierda, que tanta falta hace. Hay una frase de los zapatistas que me encanta: “Un mundo nuevo es posible. Un mundo nuevo donde quepan muchos mundos, pero no todos los mundos”. Uno sabe quién es el enemigo.

-¿Qué nos podés decir acerca de “Solo que el Silencio no Existe”?

“Solo el Silencio no Existe” es el proyecto más grande en el que estoy trabajando. Es una película de ficción, sobre la temática de género. Acerca de la violencia en una relación de pareja y buscando responder qué son los accidentes: si son como tal o son evitables. Tratándose de ficción, son proyectos que llevan mucho más tiempo porque se necesita mucho más dinero que en el documental para concretarlos. El año pasado participé en el °12 Concurso Federal de Largometrajes Raymundo Glezyer que realiza el INCAA, algo que me enriqueció muchísimo. Ahora estamos buscando financiación y continuamos trabajando en el guion. Cuento con un elenco que es un lujo, también con un equipo técnico con el que me encanta poder contar. Mi intención es encarar esta ficción con un modo de producción pequeño y cuidadoso, como si fuera una película independiente pero que cada uno de los involucrados en el trabajo perciban su remuneración correspondiente. Para mí es muy importante este proyecto y lo digo en mi carta de intención. La violencia en relaciones de pareja está no solo naturalizada, sino silenciada desde los siglos de los siglos. En lo personal, busco hacer una película un poco más compleja, que no se trate de víctimas y victimarios. El patriarcado es el sistema y allí estamos todos. No se trata de absolutismos. Como es una temática que me toca de cerca, intento darles voz a aquellas que no la tienen.

author: Maximiliano Curcio

Maximiliano Curcio

Nació en la ciudad de La Plata, Argentina en 1983. Es escritor, docente y comunicador, egresado de la Escuela Superior de Cinematografía

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