Salud Medio ambiente CABA

Un modelo de ciudad que excluye y enferma

Cuando los negocios son prioridad y la consigna Ciudad Verde, puro marketing, los resultados están a la vista, y también los conflictos, encabezados por distintos actores sociales. No gestionar la agenda ambiental también tiene consecuencias negativas sobre la salud de la población, en especial, la más vulnerable.

8 de Agosto de 2022

Por Paula “La Galle” Suárez

En la nota de hoy abordaremos “la cuestión ambiental”, un asunto que sabemos que así como muches intentan vestirse de feministas, sin tener en cuenta los debates profundos respecto de un feminismo popular, también con este tema tienen un doble discurso y sobre todo una falsa “gestión verde”.

Las ideas de ambiente y naturaleza han sido históricamente  emparentadas a las nociones de salud y utilizadas tanto para mejoras reales de las condiciones de vida en la planificación de las ciudades como para vender desarrollos inmobiliarios utilizando la imagen de “ambiente sano” como ideal a alcanzar, así como para hablar de la erradicación de las villas en épocas de la última dictadura cívico militar en nuestro país.

Mientras Larreta habla de una Ciudad Verde, en la realidad hay más marketing y maquillaje que gestión ambiental. Son varios los conflictos ambientales que existen en distrito, pero hubo uno que sin dudas tuvo la mayor visibilidad: la (re) privatización del predio de Costa Salguero, un hecho que dio origen a una enorme participación ciudadana que se expresó en la calle y también a la audiencia pública más concurrida de la historia de la legislatura porteña.

Pero Salguero no es el único proyecto privatizador de Larreta, y a decir verdad, sigue una línea histórica de privatización de espacios verdes en gran parte de la costanera  de Buenos Aires. Se trata de un claro ejemplo de extractivismo urbano, y lamentablemente no es un caso aislado, sino un modelo de gestión. 

Grandes proyectos de especulación inmobiliaria pensados como negocios y no como soluciones habitacionales para los y las habitantes de la Ciudad, que se apropian de lo público, provocando daños ambientales, expulsando a los y las habitantes que no pueden acceder a las costosas viviendas que propone el Gobierno de la Ciudad y que borran las identidades de los barrios, estandarizando las vivienda, los negocios y excluyendo a los y las ciudadanas de las decisiones sobre la ciudad que necesitan y desean.

Para quienes se piensa la Ciudad, sería una de las primeras preguntas que el jefe de Gobierno y su gabinete debieran responder. ¿Quién puede realmente disfrutar de la ciudad? El acceso a los espacios verdes, el acceso al río, en esta ciudad son un privilegio y no un derecho. 

Hay dos temas fundamentales aquí, el derecho al ocio y el derecho a la salud, que están, además, íntimamente relacionados. Pensar en espacios verdes es pensar en soluciones ambientales y sanitarias, y es una obligación del gobierno porteño garantizarle a la población el acceso a esas mismas soluciones. Sin embargo, con la premisa de “donde hay una necesidad surge un negocio”, hoy solo acceden quienes pueden pagarlos. 

La pandemia dejó más que clara la necesidad de que existan espacios verdes que funcionen como lugares de encuentro y recreación, espacios que construyen comunidad, pero que además de tener un rol sanitario y social  cumplen funciones ambientales.

Algunos de los beneficios ambientales de la vegetación en las ciudades son:

- Sumidero de CO2, muchas plantas son reductoras de carbono, que absorben de la atmósfera, esto es fundamental de cara al compromiso con el cambio climático.

- Evapotranspiración, es la capacidad de perder humedad por evaporación y transpiración que sucede en las hojas, esto hace a la permeabilidad de la zona.

- Descenso de la temperatura, producción de sombra.

- Pantalla de control de viento.

- Depuración natural del agua.

- Absorción de contaminantes.

- Mitigación de ruidos.

- Mitigación de inundaciones.

- Favorece el aumento de  biodiversidad, y por tanto el incremento de la resiliencia. (del Caz-Enjuto, 2017)

Beneficios sociosanitarios de los espacios verdes

Muchos son los estudios que dan cuenta de la importancia de los entornos verdes para la salud mental, ya que mejoran condiciones como la ansiedad,  la depresión y el estado de ánimo en general, y esto es algo que vimos durante el ASPO, cuando se permitían salidas sobre todo a niños/as y adolescentes. El contacto con la naturaleza mejora la salud mental ya que en estos espacios las personas se alejan de los estímulos de la vida cotidiana que generan estrés, estimulan la atención, la memoria y  la creatividad https://repositorio.una.ac.cr/handle/11056/21662

La oferta de espacios verdes, y la posibilidad de fácil acceso a los mismos, también favorecen la actividad física, otro tema de salud que es de suma importancia para la reducción de factores de riesgo de problemas cardiovasculares, entre ellos el sedentarismo y la obesidad https://repositorio.una.ac.cr/handle/11056/21662.

Asimismo, los cambios de hábitos, respecto de estilos de vida saludables, tienen que ver también con las posibilidades reales y concretas de acceder a ellos, mejor calidad del aire, espacios donde ejercitarse. La población para poder elegir debe contar con las posibilidades en cuanto a acceso tanto en distancias, como económicas. 

Por otra parte, y en consonancia con la participación comunitaria en la construcción de salud, es que estos espacios favorecen los vínculos en sociedad, son espacios no solo de ocio y recreación sino de unión y encuentro y por tanto de construcción de ciudadanía.  

Ya vistos los beneficios indiscutidos de los espacios verdes para la salud de la población, repasemos los datos que el propio GCBA publica respecto de la cantidad y tipo de espacios verdes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Espacios verdes dependientes del GCBA por tipo de espacio verde según comuna. Ciudad de Buenos Aires. Año 2019

La página de estadísticas del Gobierno de la Ciudad denomina espacio verde como  espacio “de uso colectivo y de libre acceso que actúa como regulador del equilibrio ambiental. Se caracteriza por contener suelo natural y forestación urbana, destinado a la recreación, el deporte, la contemplación y el esparcimiento para todos los habitantes”. Hecha esta aclaración contabilizaremos como espacio verde sólo aquellos que cumplen con esta definición y son por tanto un servicio ecosistémico fundamental para la salud de la población. Tomando los mismos datos obtuvimos el siguiente gráfico.

El resultado es alarmante, no sólo por la falta de espacios verdes, sino porque muchos de los que existen son de uso privado, o de difícil o nulo acceso peatonal, lo cual genera una nueva barrera para su uso. Sin mencionar el acceso al río, que también está vedado. 

La mirada ambiental, así como la perspectiva de géneros es algo que debe ser transversal a todas las definiciones de gestión, no basta con tener áreas específicas que queden discutiendo en soledad cambios posibles. El diálogo entre sectores y organismos es fundamental a la hora de pensar cambios a mediano y largo plazo para mejorar la calidad de vida de las personas. Durante mucho tiempo se dijo que  las luchas ambientales y feministas eran cuestiones de importancia menor y que eran debates de clase media, pero sin embargo es sabido que   las desigualdades de género y ambientales se profundizan en personas de menores recursos y es el Estado quien debe garantizar equidad y justicia ambiental. 

Esta falta de perspectiva ambiental, no es casual, ni es distracción, es una definición política que replica lo mencionado al inicio: los derechos en esta ciudad están tan privatizados como la misma ciudad.  La pelea por una ciudad social y ambientalmente justa está en marcha, es tarea de todxs el compromiso y la visibilización de estos conflictos que como siempre perjudican aún más a quienes menos tienen.  


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