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Nuevo brote de dengue en CABA

Paula Suárez muestra la importancia de la acción del Estado a la hora de combatir el dengue. La falta de iniciativa, de presupuesto, y de una estrategia articulada para hacerle frente a esta situación, nos pone de cara una vez más con lo que en definitiva es una decisión política del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: delegar una problemática de salud pública al voluntarismo de ciudadanos y ciudadanas.

El dengue es el resultado de un problema generado por un desorden ambiental y transmitido de persona a persona a través de un mosquito, el Aedes aegypti. Cuando el mosquito se alimenta con sangre de alguien infectado y luego pica a otras personas, les transmite la enfermedad.

En los últimos días circuló la noticia del aumento de casos de esta enfermedad en la Ciudad de Buenos Aires. Ya en enero de este año, la cartera Sanitaria Nacional había emitido una Alerta Epidemiológica por aumento de casos de chikungunya en Paraguay y comienzo de la temporada de mayor riesgo para la transmisión de arbovirosis en Argentina. [1]

En el último Boletín Epidemiológico de CABA, encontramos un mapa con los casos notificados, los probables y los confirmados en la ciudad. En esta oportunidad se ven claramente dos Cluster (agrupamiento de casos un una zona en particular) en las comunas 9, conformada por los barrios de Parque Avellaneda, Mataderos y Liniers, y en la comuna 11, integrada por Villa General Mitre, Villa Devoto, Villa del Parque y Villa Santa Rita.

En el desagregado por comunas se visibiliza además el serotipo específico para cada una, y este es otro de los puntos preocupantes: hay más de un tipo de virus circulando, y eso tiene una gravedad extra sabiendo que el DEN2 es aquel con más probabilidades de provocar un dengue hemorrágico, así como el contagio por segunda vez de una misma persona.

Por eso, y habiendo tenido la Ciudad tantos casos en años anteriores, es fundamental el trabajo de prevención sobre todo en los meses de temperaturas más bajas. El descacharreo previo a la llegada del verano es lo único que garantiza la disminución de mosquitos para prevenir la enfermedad.

En una nota en Radio 10 el ministro de salud porteño, y el flamante candidato a jefe de Gobierno Fernan Quiros, confirmó un nuevo brote de en la ciudad:  “como siempre decimos, el dengue  hace brotes más significativos cada 3 o 4 años, es una característica típica de de esta enfermedad. El último fue en 2019”. 

Este dato del que habla el Dr. Quiros es hartamente conocido. El ciclo de este virus y el riesgo de brote era sabido, por lo que una vez más nos preguntamos qué hace la cartera sanitaria local ante esta situación.  “Básicamente nos queda por delante este último mes antes de los primeros fríos, en el que tenemos que trabajar mucho en el descacharreo”, sostuvo en la misma entrevista.

Esta frase de Quirós muestra cuál es la importancia que el Gobierno de la Ciudad le otorga al dengue. Justamente sigue haciendo lo contrario a lo que sabemos que se debe hacer: el Gobierno de Larreta insiste en combatir este desorden ambiental con el trabajo de algunos meses en el verano, cuando el virus, y por tanto el problema, ya están instalados.

La prevención del dengue necesita que cambiemos e incorporemos hábitos, de tareas comunitarias que deben sostenerse en el tiempo, y fundamentalmente que se les dé inicio antes del período de calor. Por eso esta enfermedad requiere necesariamente del trabajo comunitario y conjunto con el Estado. Es una articulación que debe realizarse antes de la aparición de casos, es decir que debemos trabajar sobre el mosquito y no sobre el virus.

Para generar una estrategia que sea efectiva se debe incorporar a la comunidad no sólo en términos individuales, sino a través de las instituciones como las escuelas, clubes, universidades, centros de salud, y diferentes organizaciones de la sociedad civil que puedan comprometerse y llevar adelante las acciones necesarias para la eliminación del Aedes aegypti. El trabajo debe ser sostenido en el tiempo y para que sea exitoso debe, además, sistematizarse. De nada sirve el esfuerzo de personas aisladas, ya que para terminar con los mosquitos de  todo un barrio debe existir un compromiso nucleado en una acción común.

Nadie se salva solx

Es simple: sin mosquito no hay dengue. No hay recetas mágicas para abordar este tema, la respuesta es una sola: trabajo sostenido durante los meses de invierno, trabajo comunitario pero con responsabilidad estatal. Podríamos hacer una nota entera debatiendo los significados en materia de salud, pero con una u otra biblioteca la salud es un derecho humano (así lo consagra nuestra Constitución mediante los tratados internacionales a los que nuestro país adhiere) y por lo tanto, quien debe garantizar la salud de la población es el Estado.

Por otra parte, en Argentina la salud es una cuestión federal, es decir, que cada provincia y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es responsable de la salud de su población. Por lo tanto, ante el conocimiento de las posibilidades de aumento de casos (como sucede cada cuatro años) y tal como lo dijo el ministro Quiros, es incomprensible que el gobierno de la Ciudad no haya delineado una estrategia real y efectiva para abordar este problema.

Dijo también el ministro en la entrevista citada más arriba: “hay que trabajar en el mosquito que transmite la enfermedad, hay que ponerse repelente”.

Una vez más, la gestión de Larreta traspasa la responsabilidad de los cuidados a la ciudadanía. Es el gobierno de la Ciudad quien debe generar acciones para que los porteños y porteñas nos cuidemos entre todxs. Ahora bien, no debemos confundir comunitario con voluntario.

Además de las tareas de descacharreo que el gobierno de la Ciudad no realiza, ¿hace entrega de repelentes? ¿Tiene nominalizada la población que ya tuvo dengue para darse una tarea especial con esas personas y evitar nuevos contagios?


Es el Estado quien debe coordinar las acciones, no se puede depender de la buena voluntad de los vecinos y vecinas que terminan cumpliendo el rol de un promotor o promotora de salud, y que más allá de que esté bien que se comprometan, es difícil pensar en “exigir” ciertas cosas a alguien que actúa de manera voluntaria.

En las villas y asentamientos existe además el problema de los autos abandonados o diversos materiales que no pueden simplemente darse vuelta o tirarlos, entonces de nuevo en esos casos se necesita de la presencia del Estado para dar una solución completa a ese tipo específico de descacharreo.

Por otra parte, es necesario insistir con la idea de que el trabajo debe ser sostenido durante todo el año, y para ello se precisa personal responsable con funciones específicas, para que esté disponible durante todo el año, y no sobrecargar al personal de salud que realiza de manera cotidiana otras tareas.

Pensar una estrategia comunitaria contra el dengue no es imposible, pero requiere de constancia, compromiso, voluntad política y presupuesto.

El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tiene un plan estratégico redactado hace años, “Prevención, control y vigilancia de enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes aegypti”,[2] pero este plan carece de presupuesto y de personas responsables que coordinen ese trabajo, por lo tanto es un nuevo decálogo de buenas intenciones.

Respecto de dotar justamente a este plan de presupuesto, y de distintas iniciativas que promuevan la erradicación del Aedes Aegypti, desde el Frente de Todos se han presentado muchas propuestas que jamás han sido tratadas ni tenidas en cuenta por el oficialismo de la Ciudad.

Hoy, como cada cuatro años, nos encontramos reclamando acciones y respuestas concretas a un problema que llegó para quedarse.


[1] https://bancos.salud.gob.ar/recurso/aumento-de-casos-de-chikungunya-en-paraguay-y-comienzo-de-la-temporada-de-mayor-riesgo-para

[2] https://buenosaires.gob.ar/sites/default/files/2023-02/Plan%20estrat%C3%A9gico-operacional%20integrado.pdf



author: Paula “La Gallega” Suárez

Paula “La Gallega” Suárez

Lic. en Gestión de Políticas Públicas, docente universitaria y sobre todo, militante nacional y popular.

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