“Como dramaturgos, nos estamos escribiendo a nosotros mismos”
Gastón Marioni es licenciado en Artes y posee una vasta formación académica. Estudió danza en el Taller de Danza Contemporánea del Teatro General San Martín, música en el Conservatorio Provincial Gilardo Gilardi, pedagogía teatral en la Escuela Nacional de Arte Dramático, y actuación con diversos referentes de nuestro medio. Una vida dedicada a las tablas, esas que tanto le han brindado, y él devuelto, en idéntica proporción, a través de diversas áreas. Ha dirigido a artistas de la talla de Juan Leyrado, Mercedes Morán, Nicolás Scarpino, Martín Slipak, Graciela Pal, Julia Zenko, Fabián Mazzei y Claudio Gallardou.
Ha sido también un incansable trabajador en su rol de funcionario. Aparte, lo apasiona la docencia y recuerda con emoción a los maestros que lo iluminaron. Su experiencia hoy guía el camino de muchísimos artistas que buscan la propia voz y encuentran en Gastón un faro a seguir.
Durante 2020, sorteando los avatares de la pandemia, pudo publicar su primer libro, “Teatro para Niños y Niñas. Volumen I” y, desde 2003, cumple el sueño de tener su propio espacio teatral, el Teatro Estudio, un referente del circuito independiente platense.
A través de una conversación vía WhatsApp, el talentoso director y dramaturgo, repasa una trayectoria que se nutre, respira y vibra, tanto arriba como debajo del escenario.
Contanos acerca de tu desempeño al frente del Teatro Estudio de La Plata, ¿cómo llegó a vos esta oportunidad y cómo has transitado dicha actividad en el presente año? ¿Qué obras podemos encontrar allí?
Teatro Estudio representa un sueño cumplido de tener sala propia. El proyecto nace en marzo de 2003, en la ciudad de La Plata. Los primeros dos años, existió en otro lugar (calle 43 e/ 4 y 5), para luego estar funcionando en la sede propia que mantiene hasta la actualidad (calle 3 e/ 39 y 40). El año próximo cumplimos veinte años en la movida teatral platense, un motivo para celebrar. La oportunidad considero que no llega, yo la busco y la construyo. Tenía muchas ganas de tener un espacio propio como Teatro Estudio y allí pueden encontrar actualmente dos tipos de actividades. Por un lado, una sala de teatro independiente para los grupos locales y mis propios proyectos y, por otro, un lugar donde puedo albergar mis clases, que es donde funciona el taller de teatro para adultos, adolescentes y niños; también hay clases de dramaturgia y de entrenamiento para actores. En todos estos años, Teatro Estudio fue pasando por diversos momentos; el actual es uno de los más lindos. La sala es confortable y cuenta con espacio para ochenta espectadores, con amplia comodidad para el público y los artistas. La programación que podemos encontrar allí tiene que ver con una curaduría que valora mucho las obras de autor y las nuevas poéticas. Nos interesa gestionar un tipo de programación que apoya este tipo de emprendimientos, no solo locales sino también provenientes desde el off de Buenos Aires.
Encuentro en “Elogio de la Risa” un homenaje a la vida, sumamente bello y conmovedor. Pude ver la versión que estrenaste junto a Juan Leyrado en el papel protagónico, actualmente disponible en la plataforma Teatrix. Una sensible mirada a través de la cual se reflexiona acerca del paso del tiempo, confrontando verdades y deseos que conforman nuestro vínculo con aquellos seres amados, otorgándonos identidad. La memoria es fiel aliada, también la risa. ¿Estamos siempre aprendiendo a medida que escribimos nuestra propia historia?
El “Elogio de la Risa” fue un proyecto muy querido. Construido junto a Juan Leyrado, Gustavo Ferrari (productor) y Carlos Rotemberg (productor de la sala donde exhibimos). Hace cinco años tuvimos una hermosa temporada en el Multieatro de calle Corrientes, y luego una gira por el interior del país. Contar con el placer y el honor de tener a Juan como protagonista fue hermosísimo. La escritura de este texto tiene que ver sobre el paso del tiempo, sobre cómo vamos creciendo, madurando, y, a medida que el cuerpo va envejeciendo, va ganando en sabiduría y conocimiento. Ahí, como dramaturgos, nos estamos escribiendo a nosotros mismos. Así que allí está mi mirada acerca de cómo tomamos la vida, avanzando en la misma y reescribiéndonos. Creo que esto nos ocurre siempre a quienes hacemos este oficio, colocando en tensión algunas verdades y problematizándolas a través de la escritura. En “Elogio de la Risa” hay algo de mi parecer sobre el humor, sobre el tiempo. Aspectos de mí que se juegan en la dramaturgia, en este compartir este espacio de creación con el público. Respecto a la obra, fue una de las más vistas en la plataforma Teatrix, donde se exhibe actualmente. También, durante 2022, se llevó a cabo la versión en Montevideo, Uruguay, con el actor Carlos González, producida por Juan Granato. Así es como este pasado verano estuve dirigiendo una versión muy hermosa que todavía sigue de gira por el interior uruguayo.
¿Qué te aportó ejercer como Director General del Teatro Coliseo Podestá? ¿Qué nos podés compartir acerca de este período en tu trayectoria?
Estuve allí cinco años y un par de meses. Lo recuerdo a ese tiempo de mi trayectoria con muchísima felicidad. Creo que, en lo personal, le puse mucho trabajo a mi rol como funcionario. Primeramente, el Coliseo Podestá está muy enlazado a mi historia teatral: mi primera clase de teatro la tomé allí, en el año 1993. Luego pasé por lo que en ese momento existió, por breve tiempo, una escuela de comedia musical; más tarde, algunas obras mías que se estrenaron en Buenos Aires pasaron por allí también. De manera que, ser Director General, volver a ese lugar, fue de enorme responsabilidad para mí, no solo por mi labor de funcionario, sino por lo que el Coliseo me había dado, que fue nada menos que mi profesión y mi carrera. Me hizo conocer el universo del teatro, así que sentí que tenía que devolver algo de aquello recibido. En la gestión que traté de llevar adelante se revisionó el criterio de una programación fuertemente abocada al teatro comercial, y empezó a expandirse al teatro independiente, al teatro de autor. Se realizaron producciones integrales, coproducciones con otros teatros, se reformuló la visión sobre el museo -que aún sigue funcionando-, se dictaron cursos de perfeccionamiento. El teatro me ha dado mucho a mí, en el pasado y en el presente. Me brindó gran aprendizaje. Dirigir el teatro implicó un tiempo de entrega sin descanso, y es esa la única manera que concibo de trabajar: con la responsabilidad de brindar lo mejor a un teatro que amo profundamente y representa toda mi vida, no solo en mi historia personal sino por ser una piedra fundamental en la historia del teatro rioplatense.
¿Cómo fue tu experiencia junto a Editorial Vuelta a Casa, editando el libro “Teatro Para Niñas y Niños” Vol. 1? ¿Cómo y cuándo nace esta publicación?
Tengo una historia muy atravesada por lo que es el teatro para infancias, ya que mi carrera, que comenzó allá por 1994 o 1995, lo hizo estrenando en La Plata un primer musical (“Los Cuentos de Lelé”). Luego, devinieron, si mal no recuerdo, treinta y ocho espectáculos para infancias, estrenados en La Plata y diversos lugares de Buenos Ares. A raíz de esas funciones, muchas veces, me ocurría que algunas mamás o profesores de colegios me consultaban donde podían encontrar mis textos para trabajarlos. Así es como se me ocurrió la idea y me animé en editar mi primer libro. Me encontré con Nicolas Soldo, diseñador de esta editorial hermosísima, con quien conversamos acerca de trabajar juntos esta idea. En 2020, en plena pandemia, salió publicada mi ópera prima, reuniendo tres obras: “Tanguito Mío, un Musical Bien Guapito”, “Los Fabulosos BUU” y “La Gran Farándula”. Al hecho de ver materializado un libro de propia producción lo viví como una gran experiencia y con las ganas de que en el futuro vengan próximos volúmenes.
Nombrame uno o varios maestros que hayas tenido en la profesión y cuál es la lección que más atesoras.
Con este tipo de preguntas uno tiene miedo de ser desleal con tanta gente que lo ha formado y le ha dejado enseñanzas. He tenido muchísimos maestros y maestras que recuerdo con infinito cariño. Todos me han aportado valiosas enseñanzas. Sería muy injusto en nombrar solo algunos. Yo soy un gran curioso, muy inquieto con mi pensamiento, así que he aprovechado los aprendizajes. No solo desde talleres privados que he tomado, sino en mi paso por la facultad (soy egresado de la carrera de Dramaturga y Pedagogía Teatral, de la vieja Escuela de Arte Dramático, hoy rebautizada UNA). He atravesado diversas instancias de formación y tuve la suerte de tener gigantes mentores. Se me vienen tantos nombres, pero dejaría a muchos afuera. También he aprendido y capitalizado las experiencias humanas de grandes artistas con los que he trabajado a lo largo de las prácticas teatrales.
Un lugar importante, primordial, de tu actividad lo ocupa la docencia, ¿qué significa para vos transmitir la pasión por este oficio y lenguaje?
Yo amo profundamente la docencia. Si volviera a nacer la elegiría nuevamente. Es una actividad que me encanta desde muy chico. Hay algo de ese ejercicio que me conmueve desde la adolescencia, en maestros y maestras que he tenido. Creo que estaba marcado por la vocación desde un inicio y tuve la suerte de poder seguirla, que sea uno de mis trabajos más importantes. Encontré, en la actuación, el oficio y el saber que tenía ganas de transmitir. Ni bien me recibí comencé a ejercer la docencia y es un lugar que disfruto muchísimo. Yo entendí, aún habiendo actuado durante mucho tiempo, que vibro y funciono mejor debajo del escenario que sobre él; acompañando a otros y a otras en los procesos creativos de construir personajes y escenas. Por eso elegí, con muchísimo amor para conmigo mismo, ocupar este lugar en la docencia y la dirección, que tiene que ver compartir una mirada externa y alumbrar esos caminos recorridos tanto por alumnos como por actores. Me da gran placer acompañar esas búsquedas.
Desde el lugar que ocupás dentro de la cultura en nuestro país, quisiera consultarte acerca de cómo evaluás la actualidad ¿Qué percepciones te despierta el estado de la actividad teatral hoy, luego del tiempo pandémico que tanto afectó al rubro? ¿Qué desafíos te deparó en lo personal?
Siempre voy a recordar este último año y medio, entre pandemia, aislamientos y cierres de teatro, como un hecho histórico. Fue inédito a nivel planetario que estuvieran todos los teatros cerrados a la vez. Por supuesto que en nuestra historia argentina hemos tenido teatros silenciados por las dictaduras. Pero, por esta exclusiva situación de salud, no había pasado jamás. Al menos, que yo tenga memoria. Una situación desoladora, inédita y angustiante. Se han perdido salas, artistas, grupos. Fue muy cruento, muy difícil en lo laboral, el hecho de sostener las profesiones, los espacios. Ahí apareció el streaming, que demostró no ser lo mismo que el teatro presencial. En este sentido, la pandemia sirvió para reflexionar acerca de estas prácticas y modalidades virtuales que nunca llegan a equiparar el ritual vivo del teatro presencial. En lo personal, me habilitó en adquirir ciertas herramientas para determinados procesos, pero en realidad el teatro tiene tanto que ver con el cuerpo presente que, si no estas allí reunido, pierde el interés y la eficacia. En este orden, nos hace reflexionar la pandemia acerca de la relatividad y la permanencia de los proyectos. Una situación tan insólita como la atravesada puede echar por tierra sueños y trabajos que uno viene acumulando. Una situación dolorosa por un lado y resiliente por el otro: veo la escena teatral actual con un rebrote de ganas. Más vivo que nunca. Ojalá esta revuelta hubiera sido posible sin el daño que produjo y trajo aparejado la emergencia sanitaria.
¿En qué te encontrás trabajando actualmente? ¿Qué nos podés adelantar acerca de tus próximos proyectos?
En este momento tengo dos obras en cartel. “La Ilusión del Rubio”, un texto ganador del concurso Nuestro Teatro, que es una producción del Teatro Nacional Cervantes y tuvo su versión online durante la pandemia. Reabiertos los teatros, se nos permitió desde el Cervantes continuar con las funciones. Es un texto de Santiago San Paulo, con la actuación hermosísima de Martín Slipak. Estamos en el Espacio Callejón los miércoles a las 20.30hs. También sigo en La Plata con “Las Promeses que el Viento Lleva”, protagonizado por un grupo de actores y actrices egresados del Teatro Estudio. Las entradas para ambos espectáculos se pueden conseguir a través de Alternativa Teatral. También, proyecto tres estrenos para el año próximo. “El Sausalito”, junto a Alejandra Bignasco y Carolina Panceira, a quienes tendré el placer de dirigir, en el Teatro Estudio. En enero de 2023 estrenaré “Pieró o los Secretos de la Noche”, una ópera para niños y niñas por primera vez conocida en idioma español. Será exhibida en el Teatro Picadero y contará con la actuación de dos artistas extranjeros y dos artistas nacionales. Y, por último, en abril del año próximo, estrenaré “AKA” (Also Known As), autoría de Daniel Meyer, dramaturgo argentino radicado en España. La obra es un éxito allí, y la versión que aquí dirijo estará protagonizada por Lucas Posee (actor de “El Marginal”).
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