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“En el campo donde yo vivía había un piano”

Ignacio Montoya Carlotto es pianista, compositor y también el nieto recuperado número 114. En esta nota, se enfoca en su carrera y la relación con la música que nació cuando todavía era un chico, su experiencia de tocar en cárceles, los cuarenta años de democracia y la realidad del país.

Fotos: https://ignaciomontoyacarlotto.com/

Ignacio Montoya Carlotto saltó a la fama allá por al año 2014, cuando la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo anunció el hallazgo del nieto numero 114; no era un nieto recuperado más, sino el de Estela Carlotto, la presidenta de la asociación: “Tras 36 años de búsqueda se hizo la luz. Apareció mi nieto Guido”, dijo la presidenta de la organización de Derechos Humanos, en una inolvidable y emotiva conferencia de prensa que forma parte de la historia de nuestro país.

Ignacio –que una vez que recuperó su identidad prefirió seguir llamándose así, Ignacio, y no Guido-, nació el 2 de junio de 1978 en un hospital militar, y sus padres, Laura Carlotto y Walmir “Puño” Montoya, militantes montoneros, fueron secuestrados y asesinados por grupos de tareas de la dictadura militar. Él creció con una familia adoptiva.

Desde el momento que lo contactamos para hacerle la entrevista, Ignacio dejó en claro que quería hablar de su carrera de músico, y no sobre su historia personal.

Ignacio es pianista y compositor. A temprana edad descubrió su amor por la música, luego de armar el rompecabezas de su vida supo que su padre era baterista, su abuelo paterno saxofonista y su abuelo materno, un melómano, amante del jazz.

Tiene una docena de discos editados, y como cuenta él mismo en esta entrevista, no para de hacer música. En su extensa discografía se destacan sus dos discos en formación de septeto “SEP7ETO” (2015) e “Inocencia repetida” (2020). “Todos los nombres, todos los cielos” de la formación “Ignacio Montoya Cartlotto Trío”, fue nominado a los premios Gardel 2019, y el dúo que conforma junto al guitarrista Valentín Reiners, “Sexto VI” (2021), compuso una de las canciones de la banda de sonido de la docuserie “Stories Of A Generation” (Netflix).

Durante la charla telefónica con Revista Kranear, desde Olavarría, donde vivió siempre, el músico hizo un repaso de su vida en el campo, la relación con la música, la experiencia de tocar en cárceles y también opinó sobre la actualidad del país, a 40 años de la recuperación de la democracia.

¿En qué momento empezó tu interés por la música y en especial por el piano?  

En el campo donde yo vivía había un piano, que fue el primer instrumento que vi, pero no me llamo la atención en ese momento, estaba ahí, pero no me pasaba nada con él. La primera vez que escuche música en vivo, había dos tecladistas y a partir de ahí me pico el bichito cuando escuche música en vivo, fue como una especie de epifanía y ahí quedo. Al tiempo empecé a estudiar, con esa misma gente que había escuchado en vivo, y cuando termine la secundaria, sabía que la cosa iba por ahí.

¿Qué música escuchabas durante aquellos años?

En ese momento escuchaba la música de la radio, tropical, bailanta, no había otra cosa, para mí el universo arrancaba en Adrian y Los Dados Negros y terminaba en Ricky Maravilla, no había otra cosas. El descubrimiento musical y de estilos vino mucho después, y la música que se tocaba en la orquesta esa donde estudiaba que era muy típica y característica, un poco de folclore, un poco de tango, y como se tocaba en ese momento, para bailarlo y nada más. 

Y con los años te pusiste a componer, ¿de dónde salió la inspiración?

Yo me decido a eso, entonces ya tengo como el método armado, la inspiración tiene bastante poco que ver, es el método que  uno aprende, cuando se te ocurre algo lo vas anotando y cuando lo necesitas agarras ese algo y lo trabajas y lo desarrollas depende para el momento que lo necesitas, pude ser para la música de una película, y vas a buscar esos papeles, esos bocetos, y de ahí va saliendo la música que necesitas.     

Hablando justamente de eso, siempre me llamo la atención cómo se compone la música para una película. 

Mira, hay varias maneras, una puede ser que el director ya haya usado una música y quiera algo muy parecido a eso que ya usó, o tenga muy en claro lo que quiere, y hay otras veces que tenés más libertad, que también tiene sus riesgos, cuando pensás una música, la llevás adelante y se la presentás media lista para ver si esa música funciona. Hay ejemplos clásicos: uno cierra la puerta y ahí empieza la música, o cuando aparece la música siempre tiene que pasar algo. Parece un universo mucho más libre y creativo y en realidad está extraordinariamente encorsetado en cosas que son muy necesarias a veces, que tiene que ver con los clichés que se necesitan sonoramente y a veces con medidas, con tiempo, cosas así.

Nosotros somos de la época donde una banda o un solitas sacaban un disco. Ahora te sacan un tema, tres meses después sacan otro, y así…

El hábito de consumo condicionó la manera de producción. Igual se sigue haciendo discos, pero es una manera de enganchar a la audiencia. Estamos todos un poco perdidos en ese sentido. La idea de hacer un disco tiene que ver con agarrar un repertorio. Se trata de la música que vos estas tocando en vivo y la metes en un contexto de disco, lo que pasa muchas veces es que algunos artistas que hacen eso, tampoco tocan tanto en vivo, como que sacan un tema, después sacan otros. 

Yo por ejemplo como escribo tanta música tengo que sacar de a tandas sino me quedan tiradas ahí. Eventualmente hay simples míos por todos lados, lo que pasa que para mi grabar un disco es como la fotografía de un repertorio que estamos tocando para un proyecto, si ya se tocó, se toca y se graba y ya está, y quedó ahí, y después lo seguiremos tocando.

Durante un tiempo anduviste yendo a tocar a las cáceles. ¿Cómo fue esa experiencia?       

Si, tuve una labor docente bastante intensa, después me baje un poco de ahí y me dedique más a la profesión musical, y durante esa labor docente di clases en la Unidad Nº 2 de Sierra Chica, famosa por el motín de Semana Santa. Había un programa que se llamaba “Cultura por penales” que era para ir a dar clases, a mi me ofrecieron, me capacitaron y fui a dar clases, fue una experiencia muy fuerte e interesante, ya que aprendí muchas cosas, ya no solo de docencia, sino que cosas de la vida. Es un universo muy fuerte, había entrado alguna vez a una cárcel pero de visita, además esta cárcel que es tan grande y tan vieja; entras dejas tu documento y en un momento estas en igualdad de condiciones con los que están ahí adentro.

¿Tuviste miedo?

No, miedo no, porque habíamos ido con mucha capacitación los que estábamos dando clases ahí, pero las primeras veces un “julepito” te agarras, porque hay tanto prejuicio de lo que pasa ahí adentro. Sumado que en ese momento, esto fue hace muchos años, el Servicio Penitenciario no tenía muchas ganas de que uno vaya a dar clases ahí, por eso no te ponían en el mejor lugar, había unas cuestiones ahí que estaban medias complicadas.

Como experiencia docente fue buenísimo, ir a dar algo que alguien necesitaba, porque ellos necesitan muchas cosas, estar en contacto con la música, con el arte, la verdad que fue muy lindo.

¿Y cómo vez este momento del país? Los pibes están medio perdidos, de cara a las elecciones, pero creo que nosotros también, ¿no?

¿Estamos todos iguales, no? Nos hacemos los locos, pero no lo queremos reconocer, hay una crisis de representatividad en cuanto a la política Argentina y esto lo hablo en líneas generales en todo el arco político y esa crisis de representatividad hace que no sepamos a quién votar, pero esa crisis no solo es con la política, sino es con todo nada nos representa, salvo cosas que ni están acá, por ejemplo la Selección de futbol. Lo que representa institucionalidad, autoridad y esas cosas, estamos muy a la deriva, producto de nuestras maneras y producto de que la política no ha estado a la altura de lo que hace falta para poder generar esas cosas y se va a buscar como siempre pasa en naciones jóvenes como la nuestra, que es: vamos a probar aquello que no habíamos probado.

Lo que quiero decir es que si se te rompe el auto lo llevas al mecánico, no al dentista, me da la impresión de que estamos pegando un volantazo, primero eso que vienen los outsider de la política, tipos que no saben cómo es, que están lejos de eso, y que de repente aparecen en la televisión, y la otra situación es que estamos votando gente que ya fracasó, abanderados de fracasos violentos.

Lo extraño también es que las tres figuras más importantes de la política nacional: Cristina, Macri y Fernández, no se presenten a las elecciones.         

Y bueno algo sabrán ellos… y otra cosa central en todo esto que yo lo hablo mucho con gente, porque a mí me apasiona la política en materia de discusión, porque yo no milito ni nada, pero soy un ciudadano interesado: la discusión política como tal, esta cosa de sentarse a discutir de política, y no me refiero a discutir candidatos, ni discutir si Cristina si o Cristina no, sino, discutir de que hacer para que el país sea como uno quiere, ese es un ejercicio que se ha perdido, y eso es algo que tiene que ver con la perdida de los partidos políticos como algo central de la democracia, entonces no discutimos política sino candidatos, cuando pensamos que hablamos de política estamos repitiendo la agenda de la “twiteridad”, esa cosa pedorra, chicanera, de que fulano dijo esto o lo otro, y es muy difícil así. Terminas votando al menos malo, por miedo a veces, y hay políticos que enamoran con ideas, todos están queriendo ganar las elecciones y nadie sabe para qué, porque el día después es un vacio. También hemos probado muchas cosas y todas han fallado.

¿Y crees que esto puede llegar a cambiar, tenés esperanzas? 

De este país salió: Di Stefano (Alfredo) Maradona y Messi, Piazzolla, Borges, como no vamos a tener esperanza, es imposible. Tenemos que ser un poco optimistas, esta difícil, puede ser menos peor, el mundo en el que Argentina está inserto, es tan cambiante que capaz hacen que las condiciones mejoren rápidamente, y también uno empieza a dudar si todo está tan mal como parece, un kilo de tomate sale una fortuna, pero vas a comer a la noche y tienes que hacer fila en un restaurante, viene Coldplay y mete mil River llenos, las canchas están llenas, ¿cómo es la cosa? Evidentemente la gente decide gastar porque no la puede guardar y genera una ola de consumo.

Lo que si noto cada vez que viajo a Buenos Aires, desde Olavarría es que veo más gente viviendo en las calles, me recuerda al 2001. Y veo como la gente se acostumbra a eso porque es un panorama cotidiano. Como la discusión política esta tan lejos de la realidad de la gente, después terminamos discutiendo por la cartera que usa Cristina.

Se cumplen 40 años de Democracia. ¿Cuál es tu reflexión?

Mira, uno de los pocos consensos fundamentales que tenemos los argentinos es que la democracia es el camino, sabemos que no estamos bien, que faltan mil cosas, pero la democracia es el camino, ya sabemos que los militares como forma de gobierno no van a volver, porque todos lo entendimos a eso, incluso los militares, el tema es que seamos lo suficientemente astutos, inteligentes y perspicaces para no ceder antes una nueva forma de dictadura encubierta en una falsa democracia.

Es muy joven la democracia Argentina.  40 años en el desarrollo de una Nación no es nada, parece mucho porque todo es muy efímero en nuestras vidas. Estamos creciendo, se han hecho muchas cosas, inclusive cuando vos las comparas con países limítrofes, el Juicio a las Juntas ha sido muy importante.

Hay que desarrollar más el ejercicio democrático, que no es solo ir a votar, sino la práctica política y la discusión pública; menos Twitter y más política.

author: Rodrigo García

Rodrigo García

Periodista especializado en Cultura y Rock Argentino.

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