Literatura Historia

La lengua popular

Con un par de libros fundamentales, Arturo Jauretche deconstruyó las zonceras formativas de pensar a lo europeo mejor que lo nativo, incluso en relación a la realidad y problemas de la Argentina. Sin pompas, de manera llana, le habló al hombre común. Por estas horas se cumplen 101 años de su nacimiento.

Foto: Argentina.gob.ar

Comienzo esta columna, escribo una carilla y me doy cuenta que no dije nada trascendente y que aporté solo datos del personaje, pero, ¿cómo escribir un par de líneas, de un hombre que le han dedicado libros enteros? ¿Cómo sacarme el peso que voy a escribir de alguien que un par de libros estaban en la biblioteca de mis viejos, aquella que me inició como lector? Recuerdo cuando a los 15, saqué de un estante el Manual de las Zonceras Argentinas, y leí “mamá haceme grande que zonzo me vengo sólo”; el libro tenía una dedicatoria a mi viejo, que decía “Para Jorge, ahuyentando al gorilaje”. Se trata nada más y nada menos de uno de los padres del pensamiento nacional y popular.

 I

Arturo Martín Jauretche nació un 13 de noviembre de 1901 en un pueblo habitado unos treinta años antes por los indios ranqueles. En Lincoln vió la luz, el niño producto de la unión de una maestra y un empleado, y que tenía descendencia vasco-francesa por parte de padre. Vivió una infancia en que se inculcaban los valores del recato, la austeridad y la guapeza: “hacete hombre” solía ser el eslogan paterno.

 “Yo a mi padre, no lo vi nunca sin revolver”, diría Arturo años más tarde. Un hombre debía ser fiero y tener cara de póker, para ser respetado. Eran las máximas que tenía durante su niñez. Posteriormente llegó una adolescencia, cuando viajó dos veces a Buenos Aires. Entonces conoció las calles de la capital, y comió por primera vez en el restaurante de un hotel frutillas con crema.Alejado de la familia, en una pensión, con una vida de absoluta independencia vive este vasco de 16 años. Ojos azules, mirada decidida y paso firme, es adepto a relaciones amorosas cortas e intensas. Come a deshora, duerme poco y le despiertan pasión los libros y las mujeres. En este desorden juvenil, previo a la década del 20, a los llamados Años Locos, acumula experiencia entre Buenos Aires y Lincoln.

 El mundo rural popular le permitió, según sus palabras, “sacarse el guardapolvo”. Entender que existía un mundo concreto, que esos laguneros, paisanitos, que hacían la rabona con él, no tenían tapado de visón, ni perfume de París. No eran los distinguidos, eran una mayoría que no iba a Europa, tenía “menos” cultura que los cajetillas, pero más sabiduría del mundo real y tangible. Por esos años se lo oyó decir que “la realidad andaba en bombachas”.

II

Entregado a la política, en cualquier comité desde joven discute con los radicales más conservadores de manera apasionada, y muchas veces con virulencia. Arturo integra la delegación estudiantil cuando su escuela, el Nacional de Chivilcoy, levanta las clases en protesta por la represión contra los obreros en huelga de los frigoríficos Vasena. Los estudiantes son recibidos por el presidente de la Nación Hipólito Yrigoyen del partido de la Unión Cívica Radical.

Arturo reflexionaría años más tarde: “A ese viejo magnánimo lo pintaron de tirano, ¡y la tilinguería estudiantil se atrevía a enfrentarlo en su propio despacho!”.

Además, esto diría nuestro protagonista, cuando los diarios La Nación y La Prensa, utilizaron la toma de los estudiantes de Chivilcoy en contra “el peludo” Yrigoyen”: “Ahí empecé a darme cuenta de cómo se maneja el periodismo. Ahí empecé a reaccionar contra la formación recibida. Creo que recién empecé a pensar desde mí mismo. (…) tuve que sacarme los anteojos prestados para empezar a ver el mundo que me rodeaba, mi país, mi pueblo, sin teorías, sin ideologías preestablecidas…”.  

No sé si se entiende, creo que esta canción querido lector/lectora la oye actualmente, la melodía compuesta es la siguiente toda la prensa de derecha, reaccionaria contra los estudiantes que no permiten dar clase, y el gobierno anárquico y culpable. Aquel que permite semejante acto, que atenta contra la moral y las buenas costumbres. Puede verse que pasaron 100 años y el modus operandi es el mismo.

III

Un tal Juan Domingo Perón está preso en la isla Martín García. Un coronel, del Grupo de Oficiales Unidos, de prédica nacionalista y antisajona, pero que logra desde la Secretaría de Trabajo y Previsión derechos laborales como el Estatuto del Peón, el aguinaldo y las vacaciones pagas. En Ensenada se inicia una peregrinación popular, que llegará a la Plaza de Mayo. Se exige por la liberación del líder. Jauretche, como parte de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) , expresa su apoyo a las conquistas laborales y sociales y a las masas que marchan la mañana del 17 de octubre de 1945.

En un panfleto, los jovenes radicales manifiestansus consignas: Patria, Pan y Poder para el Pueblo. FORJA es el radicalismo nacional y popular, conformado por Luis Dellepiane, Arturo Jauretche, Homero Manzi, Raúl Scalabrini Ortiz, y Gabriel Del Mazo, entre otros. Serán el anticipo de las ideas emancipatorias para esta nueva argentina, gobernada por el peronismo.

El pueblo vota por Perón, y comienza a calar la figura de Eva en los sectores populares, ¿pero qué hay de esos cabecitas negras? El círculo opositor mediático y político acusa a los miles de trabajadores y trabajadoras que votaron al General, y que copan las calles en cada acto, de ser analfabetos políticos, sin cultura y manipulados. Arturo contesta, personificando en el trabajador: “El no sabrá quién es Goethe, Toynbee, Plutarco y Jung- esa erudición brillante de nuestros macaneadores- pero conocerá mucho mejor los problemas del sindicato, los de la sociedad en la que vive, las incidencias de los cambios en la economía familiar y en la de la Nación y sobre todo quienes son y dónde están sus enemigos”.

El pensador deja claro, de esta manera, quienes son portadores del analfabetismo político: la mayor ignorancia es no comprender al otro, es no comprender al pueblo.

 IV

A finales de la década del 50´ Jauretche advierte una clase media emergente, pero que confunde sus oponentes. Es una clase crítica del peronismo que ha sido derrocado y que aspira a un nivel socioeconómico que no le pertenece. Además de un olvido del pasado reciente, como haber sido clase media baja. Nace el concepto peyorativo de “medio pelo”. Una clase que de chico había vivido la miseria y el desempleo de los tristes años 30´, y luego realizó un ascenso en su posición social.

Según el autor“Son aquellos que el barrio les queda chico”, un grupo que “tiene procedencia de la clase media, pero psicológicamente ya está disociada” y que tiene “una posición equívoca en la sociedad”. El concepto pintoresco, entonces, definía a un grupo social que simula una posición que no tiene, y que aborrece de lo popular, pero no le da el piné para tener un status alto, de élite.

Decía Jaureche acerca de la actitud de los sectores medios para con los y las trabajadoras: “les resulta horrible hacer el sacrificio de llevar a la familia a Mar del Plata para encontrar que la habitación de al lado la ocupa el mecanógrafo, el peluquero o el repartidor de leche, que en el restaurante no hay mesa porque lo desbordan las gentes que antes no tenían acceso a él, y que hay que hacer cola para comprar un pollo al spiedo”.

 Con un par de libros fundamentales y un lenguaje popular, Jauretche deconstruyó las zonceras formativas de pensar a lo europeo, de antemano, mejor que lo nativo. Puso blanco sobre negro, las taras de pensar la Argentina, nuestra realidad y problemas, con lentes europeos. Con sus escritos simples y llanos, sin pompas, le habló al hombre común, al de a pie, sin rodeos. Dijo que confiar en las recetas económicas del FMI, era como “entrar al almacén con la libreta del almacenero”, y en la creación de FORJA, el disparador de cabecera rezaba “Somos una Argentina Colonial, queremos ser una Argentina Libre”.

Hoy a 101 años de su nacimiento, lo recordamos, y lejos de ser letra muerta, estas dos últimas consignas, lo que representan y su lucha, están más vivas que nunca.

Algunos de sus libros son:

Los profetas del Odio y la Yapa

1958: Ejército y Política

1959: Política nacional y revisionismo histórico

1960: Prosa de hacha y tiza

1962: Forja y la Década Infame

1964: Filo, contrafilo y punta

1966: El medio pelo en la sociedad argentina

1968: Manual de zonceras argentinas

1969: Mano a mano entre nosotros

 

author: Matías Escot

Matías Escot

Docente de Historia y aficionado a la literatura. Profesor en escuelas públicas y privadas. Creador del sitio web www.relatosdelsur.com. Participa del proyecto Pensar el Pasado en la Escuela del Futuro, en la Universidad Nacional de Quilmes.

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