Militancia Feminismo popular

Sin miedo

Para el movimiento LGTB+ el primer año de Milei significó un retroceso brutal, con el retiro del Estado y la quita de derechos. La cuenta de IG Arcoíris peronista repasa algunos hechos, advierte falencias en la actual organización del sector –que ya tiene treinta años de lucha- y plantea desafíos en relación al futuro.

13 de Enero de 2025

Los comienzos de año suelen ser acompañados de anécdotas como los primeros nacimientos y curiosidades de ese estilo. Nada de eso para el colectivo LGTB+ de Argentina. A pocos días de iniciado el 2025 nos enteramos del primer travesticidio del año: Micaela Arévalo fue hallada sin vida en la localidad de Quilmes. Y esta podría ser la crónica de un futuro peligroso anunciado.

El primer año de gestión de Javier Milei estuvo atravesado por dos grandes ejes: el ajuste en materia económica y la violencia verbal y simbólica hacia todo opositor a sus políticas. Ya desde la campaña del año 2023 se vislumbró la antesala de una época marcada por la pérdida de instituciones (¿y derechos?), la censura y la persecución a las voces de protesta.

En tan solo un año se cerró el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, también el INADI, se recortaron los programas de acompañamiento a víctimas de violencia de género, se profundizó el incumplimiento del cupo laboral trans, se recortaron los programas de profilaxis y de acompañamiento y prevención de las Infecciones por Transmisión Sexual (ITS), se prohibió el uso de lenguaje inclusivo en la administración pública y se puso en duda la futura continuidad de derechos como los del aborto y la ley de identidad de género. También en los últimos días Jorge Macri, para estar en línea con este tiempo retrógrado, puso en revisión los contenidos de la ESI (Educación Sexual Integral).

Y eso sólo en materia de estructura gubernamental, porque prácticamente todas las semanas recibimos algún tipo de embestida verbal o simbólica, ya sea del propio presidente, el vocero presidencial o alguna figura de la fuerza política de gobierno. Bien aplicaría para tal caso lo que hizo Jairo Henoch Guzmán, referente de La Libertad Avanza (LLA) de Santa Cruz, designado al frente del PAMI local, quien subió a sus redes sociales una foto de una bandera del colectivo LGBT+ prendida fuego.

Un caso que marcó la agenda del 2024 fué el triple lesbicidio de Barracas.

El discurso de odio del gobierno afecta de lleno al colectivo LGTB+.


Cuando se exige el cese de los discursos de odio, lo hacemos sabiendo que toda la violencia verbal y simbólica son la antesala de la agresión física. Pero en esto hay un agravante: cuando el odio es destilado por funcionarios, o por la primera magistratura del país, el odio se institucionaliza. Cualquier persona podría pensar: ¿si tal o cual funcionario dice esto porqué yo no puedo agredir a otra persona? La naturalización de la violencia es un camino demasiado riesgoso para una sociedad como la nuestra que ha visto interrumpida, tantas veces por el odio, su continuidad democrática.

Pero hay otras violencias aún no mencionadas. ¿Qué pasa con el derecho al trabajo en las identidades disidentes? ¿Y el acceso a la vivienda? ¿Y la salud? Son todas vulneraciones consecuentes de una crisis económica pero que pesan más en nuestras identidades. ¿Pesan más porque somos menos capaces? No. Por los estigmas reanimados sobre nosotrxs. ¿Estamos menos preparadxs? Ahí la respuesta es más compleja. Por un lado nos encontramos las identidades CIS que en general no problematizamos demasiado con la estructura del sistema educativo, pero no ocurre lo mismo con las identidades travesti/trans que muchas veces son expulsadas del sistema.

Toda esta serie de eventos desgraciados es un resumen frío, cuantitativo y estructural que no se acerca siquiera al sufrimiento emocional y la incertidumbre que producen los nuevos tiempos de la gestión de Milei.

El cuestionamiento de los propios

A todo esto, y porque sería un error nefasto ubicar al enemigo siempre del otro lado, debemos sumar el cuestionamiento de los propios. El campo nacional y popular también ha sufrido una derechización acorde a los tiempos. Entonces hoy desde nuestras propias filas escuchamos compañeros militantes cuestionando que el feminismo y las identidades LGTB+ hicimos perder la elección.

Hasta la etiqueta “progresista” hoy es utilizada como insulto por todxs, propixs y ajenxs. Vaya contradicción para un movimiento como el peronismo que ha sido progresista desde su nacimiento. ¿O qué es el peronismo sino oponerse al conservadurismo anti derechos y anti dignidad de la vida?

Ningún cuadro de situación, pintura de época o resumen estaría completo sin una selfie. Si algo aprendí del teatro es la imposibilidad de verse asi mismx en el hacer. Por eso es necesaria también esforzarnos por generar autocrítica.

¿Comunidad organizada?

¿Qué pasa con el colectivo LGTB+? ¿Cuál es su nivel de educación política? ¿Es una comunidad organizada? A diferencia de lo que sucede con varones y mujeres hetero CIS, en donde las aguas están claramente divididas, inclinandose las mujeres hacia la izquierda y los varones hacia la derecha, lo mismo no ocurre con las disidencias. Las identidades travesti/trans/no binarias parecieran estar mucho más en pie de guerra con el fascismo y revitalizando una lucha en la que las disidencias pareciéramos haber perdido el norte.

La historia de la diversidad como movimiento organizado no llega a los cien años, con lo cual estamos escribiendo historia al mismo tiempo que debemos revisarla. El triunfo electoral de Milei no hubiese sido posible sin el voto de muchxs maricas. Es justo y necesario reconocerlo.

Hay quienes creen que el colectivo está exento de autocrítica por todas las injusticias de las que hemos sido objeto. ¡Qué cosa más absurda! Sin autocrítica no hay posibilidad de crecimiento y maduración de nuestro bagaje político.

Avanzar o retroceder, desafia Arcoíris peronista hacia el interior del movimiento.


El colectivo tiene una relación extraña con lo político: nuestros besos son políticos, nuestros cuerpos e identidades también, hemos aprendido que lo privado así mismo lo es. Sin embargo aparece la contradicción cuando escuchamos comentarios del tipo “politizaron la marcha del orgullo”, “¿Por qué meten la política en esto?” al referirse a la Marcha del Orgullo de CABA, uno de los eventos de derechos humanos más grandes de Latinoamérica.

Vale mencionar también el sistemático ataque que recibió el extinto Ministerio de Mujeres Género y Diversidad por parte de organizaciones LGTB+ y federaciones que se atribuyen el monopolio de las disidencias funcionando como policía marica interna, cuya ética militante salió del grupo hace tiempo.

La frutilla del postre no tiene nada de dulce. No hay conducción LGTB+. En una época de individualismo y cosa mundana hay mucho ruido y confusión. No existen figuras referentes disidentes que hayan salido de organizaciones políticas partidarias. Lxs nuevxs referentes de la diversidad que nacen del poder mediático de las redes sociales parecieran flotar en el éter: no están casadxs con ningún partido y ni siquiera construyen grupalidad. ¿Pueden entonces representar la lucha por lo colectivo sin interesarse en la construcción grupal más inmediata? Porque hasta ahora no he visto a nadie ganando un partido de fútbol con sólo leer las reglas de ese deporte. Hay que jugar y meter gol.

El colectivo también requiere la presencia de nuevos rostros. Muchas de las organizaciones históricas han perdido comunicación con las nuevas generaciones (que muchas veces desconocen la militancia histórica y las luchas por la conquista de derechos). Generan relaciones endogámicas, hablando con las organizaciones similares, despreocupándose de hablarle a “lxs nuevxs”. Mucho peor es cuando se naturalizan formas preexistentes de hacer política bajo la excusa de que “hace mucho vienen haciéndose las cosas así”. ¿Perdón? ¿Estamos acaso nadando en la panacea de nuestros ideales? ¿Qué clase de arrogancia militante produce tal ceguera?

Podría seguir escribiendo y enumerando distintas situaciones pero sería en vano. Nuevos ejemplos de violencia dejarían como noticia vieja a los que yo pueda enumerar acá. La picadora de carne de los medios (tradicionales y de los “nuevos”) está activada. Y nosotrxs andamos guachxs.

Sin instituciones, perseguidxs, hostigadxs, con leyes que penden de un hilo... ¿Qué más?

Jacques Lecoq (un teatrista francés) decía algo así como que la palabra muchas veces olvidaba la raíz de la cual nacía. Parafraseando puedo decir que los colectivos muchas veces olvidan la raíz de la que han nacido sus luchas. ¿Es un momento difícil? Sí. Pero al mismo tiempo es el mejor momento para reorganizarnos, recuperar la calle, dejar de lado, al menos un rato, la fiesta y elegir el camino del combate.

Avanzar o retroceder…

¿Qué vamos a elegir?

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