Una muestra para demostrar la “insignificancia” de Evita
16 de Julio de 2017
Por Araceli Bellotta (historiadora y parte de la Comisión Mujer del Instituto Patria). Fotos: Libro "Eva Perón en los libros" (Biblioteca Nacional Mariano Moreno - 2013)En un artículo aparecido en el portal Infobae, con el título “Mauricio Macri inauguró una muestra por los 70 años del voto femenino sin mencionar a Evita”, la periodista Silvia Mercado sostiene que Eva Perón “tuvo un rol insignificante en la aprobación por unanimidad de la ley 13.010”, y destaca que la muestra “tiene un especial valor historiográfico ya que se sale del relato dominante de los últimos años: no está centrada en la figura de Evita”. “Es que se trata de una muestra de características feministas”, concluye.
Parece que la tan mentada “post verdad” –que no es otra cosa que la mentira- también llegó al Museo del Bicentenario, porque de la misma manera que no es posible explicar el logro del voto femenino en 1947 en la Argentina sin la lucha que libraron las sufragistas desde principios del siglo XX , el relato queda inconcluso si no se hace alusión a la parte que le tocó al peronismo en general y a Eva Perón en particular. Así lo reconoció la misma Evita cuando se promulgó la ley, el 23 de septiembre de 1947, al sostener en su discurso: "Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una larga historia de luchas, tropiezos y esperanzas. Por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocaso, pero también alegre despertar de auroras triunfales”.
Una Eva todas las Evas.
En su afán por convencer sobre la “insignificancia de Eva”, Mercado destaca la lucha de Julieta Lanteri Renshaw a quien menciona como “la primera candidata mujer de la Argentina al proponerse como concejal por la ciudad de Buenos Aires” y luego aclara que se pueden ver en la muestra las boletas originales. No es posible, porque Lanteri nunca fue candidata a concejal. Fue sí candidata a diputada nacional por el Partido Feminista Nacional que fundó en 1919 y con el que se presentó a elecciones generales hasta el 2 de marzo de 1930.
Mercado exalta después que se exponga “la primera experiencia de voto femenino en el país que fue en San Juan por impulso de Federico Cantoni, gobernador de la Unión Cívica Bloquista”, y asegura que “las mujeres votaron por primera vez en la Argentina el 8 de abril de 1928”. Otra “post verdad”. Porque la primera vez que votaron las mujeres argentinas fue en 1862 cuando en la capital sanjuanina se otorgó el voto calificado femenino en el orden municipal. A partir de 1914 votaron sin calificación, siempre en municipalidades, en 1927 se les otorgó los mismos derechos electorales que a los varones por el artículo 140, inciso 4 de la Constitución Provincial, y en 1928 las sanjuaninas votaron a nivel provincial. Luego, en 1934, eligieron a la primera legisladora provincial, Emar Acosta.
Eva, cuando su vida pasaba por la actuación.
El colmo de la “post verdad” de la periodista es cuando afirma que “el electorado masculino peronista no era favorable a la ley y no hubo despliegue mediático sobre el tema. Tanto es así que a pesar de que la ley se aprobó en 1947, las mujeres no votaron en 1948 en las elecciones de medio término, ni tampoco para las elecciones constitucionales de 1949, sino recién en 1951, o sea, cuatro años después de sancionada la norma”.
Basta con revisar la cantidad de rollos de película de 35 milímetros que se conservan en el Archivo General de la Nación, que figura como colaborador en la muestra, para advertir la cantidad de piezas que el gobierno peronista realizó sobre el tema. Y en cuanto a que se tardó cuatro años para que las mujeres votaran, no fue porque los varones se opusieron. La razón fue que era necesario realizar el empadronamiento, que para los ciudadanos, a partir de la Ley Sáenz Peña de 1912, se producía en forma automática una vez que realizaban el servicio militar. Del padrón militar pasaban al padrón civil y por esa razón votaban con la libreta de enrolamiento. En el caso de las mujeres hubo que realizar una ardua tarea en todo el país para confeccionar esos padrones y otorgar la libreta cívica, que estuvo a cargo de las 16 delegadas censistas que la “insignificante” Evita envió y coordinó a lo largo y ancho del territorio argentino.
Todo cambió al conocer al futuro presidente de la Nación Juan Perón.
Por último, la periodista explica que “se trata de una muestra de características feministas” en un intento de contraponer al peronismo con el feminismo, discusión que de tan vieja quedó agotada. Basta recordar que el Partido Peronista nació con el cupo incorporado: 30% para la rama masculina, 30% para la femenina y 30% para los trabajadores, mientras que otros partidos como la Unión Cívica Radical recién admitió afiliar a sus mujeres luego de que fuera sancionada la ley 13.010.
Así lo asegura Edith Gallo, directora del Centro de Documentación Histórica de la UCR que también colaboró con esta muestra, en su libro “Las mujeres radicales” donde sostiene que el 23 de septiembre de 1946, la militante radical Rosa Clotilde Sabattini de Barón Biza reclamaba en el periódico “La Semana Radical” la modificación de la Carta Orgánica de la UCR porque “tendrá que contemplar el problema femenino; ya debió ser resuelto este aspecto en anteriores convenciones en las que fueron presentados sucesivamente numerosos proyectos para equiparar, dentro del partido, los derechos de la mujer y el hombre radical. Desde el año ´30 hasta casi podríamos decir hoy, muchos otros proyectos tan importantes como el nombrado corrieron la misma suerte ante una inercia de los responsables de la dirección del partido”. La organización femenina en la UCR se inició formalmente el 23 de abril de 1948, inmediatamente después de abierto el empadronamiento de la mujer.
Siempre será la abanderada de los humildes.
Es cierto que la lucha por el derecho al sufragio fue un largo camino que las mujeres argentinas iniciaron mucho antes de que el peronismo existiera, pero es igual de cierto que fue el peronismo, con Eva Perón a la cabeza, el que le imprimió a esa lucha un carácter popular que hasta entonces no lo había tenido a pesar de la militancia constante y abnegada de las sufragistas de principios del siglo XX.
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