Salud

La diabetes en primera persona

En el Día Mundial de la Diabetes, Agustina Martínez Alcorta cuenta desde su propia experiencia qué significa vivir con esta enfermedad. La concientización, el acceso a información segura y confiable, son herramientas imprescindibles para detectar síntomas y actuar desde la prevención. La cobertura que garantiza la Ley Nacional 23.753.

14 de Noviembre de 2023

Por Agustina Martínez Alcorta

Hoy es el Día Mundial de la Diabetes (declarado por la Organización Mundial de la Salud en 1991), y me interpela, porque hace más de seis años soy una persona con Diabetes Tipo 1. Y me gustaría hacer unas aclaraciones, teniendo en cuenta el día, para que se entiendan algunas cuestiones que hacen a la concientización sobre esta condición.

La Diabetes Tipo 1 es una enfermedad autoinmune , es decir, no se puede prevenir, no es hereditaria y es incurable (por el momento). Puede despertarse en la niñez, en la juventud, o en la adultez, como fue mi caso, que en general se asocia a un factor emocional o una situación crítica que la desata. En mi situación personal, yo creo que mucho tuvo que ver el fallecimiento de mi mamá, por un cáncer muy avanzado, cuando yo estaba con 6 meses de embarazo de mi primera hija.

En la Diabetes Tipo 1 el páncreas deja de producir insulina, una hormona que se encarga de regular la cantidad de glucosa que entra en la sangre y es autoinmune porque es el propio cuerpo, las propias células, que se confunden y atacan al páncreas. Como mi páncreas no produce insulina por sí sólo, la única opción que tengo es inyectarme insulina, todos los días de mi vida, para poder vivir.

Habitualmente se usan dos tipos de insulina, la insulina lenta, que es la que se va liberando progresivamente a lo largo de la jornada, y se inyecta una vez al día; y la insulina rápida, que se inyecta generalmente antes de cada comida, cuando se ingieren hidratos de carbono, que son las harinas, algunas verduras como la papa y la batata, las legumbres, el arroz, los productos dulces, las frutas, y otros. Es importante destacar que estos alimentos, se descomponen en el cuerpo en forma de glucosa, y por eso necesitamos inyectarnos insulina, para regular esa glucosa.

No todos los alimentos son iguales, ni nos afectan de la misma manera. Hay hidratos de carbono que nos hacen subir rápidamente la glucosa, como los que tienen harinas y azúcares refinados, y están los que tienen una liberación progresiva, como los cereales integrales y las legumbres. Pero no es únicamente 'lo dulce', lo que nos genera variaciones en la glucosa, o en los niveles de azúcar en sangre, sino todos los alimentos que tienen hidratos de carbono. Sin embargo, esto no significa que no podamos comerlos. Ya que podemos ajustar la cantidad de insulina que nos vamos a inyectar, de acuerdo al alimento que vayamos a ingerir.

Claro que no podemos basar nuestra alimentación en azúcares y harinas refinados, porque eso nos perjudicaría mucho la salud, como la de cualquier persona, tenga o no tenga diabetes. Además de la insulina, mantener un estilo de vida activo y una alimentación saludable es clave para mantener los niveles de azúcar en sangre estables para una persona con diabetes tipo 1, pero estas dos últimas cuestiones nos atañen a todos por igual.

Otro aspecto muy importante es el de ajustar las dosis de insulina que necesitamos a la hora de ingerir alimentos, que no es una tarea sencilla. Para eso tenemos que medir el nivel de glucosa en sangre, ya sea con un medidor capilar, pinchándonos el dedo y obteniendo una gotita de sangre que se pone en una tira reactiva que nos da el resultado; o con un sensor que puede ir en el brazo o en otra parte del cuerpo, que nos simplifica el proceso de medición, ya que simplemente pasando el medidor o el celular por encima del sensor, podemos obtener el valor de glucosa en sangre. A partir de esa medición debemos hacer el cálculo de cuánta insulina necesitamos en base al porcentaje de hidratos de carbono que va a tener esa comida y al valor de glucosa que tengamos en ese momento.

Pero no alcanza con medirse sólo antes y después de comer, la verdad es que cuantas más veces nos midamos, más podemos ver cómo va fluctuando el azúcar en nuestra sangre, de acuerdo a lo que hagamos. Si hacemos ejercicio, varía, si nos estresamos, varía, si estamos durmiendo, varía, si estamos sentados mucho tiempo, varía. Son un sin fin de situaciones, que no sólo tienen que ver con la alimentación, sino que la incluyen. Con lo cual nuestra cabeza está permanentemente haciendo cálculos y analizando opciones para mantener cierta estabilidad en los valores, objetivo que en muchos casos es muy difícil o hasta imposible de lograr. Es una condición con una carga mental muy alta, no hay margen para la improvisación, y no existe más eso de comer sin pensar. No alcanza con sólo ponerse la insulina, porque a la vez si usamos demasiada insulina también ponemos en riesgo nuestra salud.

Tampoco podemos olvidarnos de las odiosas hipoglucemias, cuando la glucosa está en valores menores a 70, que tienen que ver con el exceso de insulina en nuestro cuerpo, ya sea porque comimos menos hidratos de los que pensamos, o porque hicimos más actividad física y 'nos sobró' la dosis, o nos sobra la insulina lenta (basal), o simplemente porque nos equivocamos en el cálculo de hidratos/insulina. Las hipoglucemias generan debilidad en el cuerpo, visión borrosa, sudoración, temblores, taquicardia, irritabilidad, hambre y hasta desmayos en casos extremos.

Del otro lado están las hiperglucemias, que son los niveles de azúcar por arriba de 180, que también en muchos casos tienen que ver con la falla en el cálculo mental de la cantidad de insulina que necesitamos, generando subidas que, si no se controlan, a largo plazo pueden afectar nuestra salud cardiovascular, renal y la visión, entre otros daños graves.

La diabetes tipo 2 , por el contrario, es una condición en la que la insulina que produce el cuerpo es de baja calidad o no es la suficiente para cubrir los alimentos que se ingieren, almacenándose en la sangre sin poder entrar a las células. En general es una enfermedad que puede ser hereditaria, pero que también se puede prevenir manteniendo hábitos de vida saludables, y hasta se puede llegar a revertir. Habitualmente con el uso de fármacos como la metformina, se logra mantener estable, pero si la diabetes tipo 2 está muy avanzada y los niveles de producción de insulina no alcanzan, puede llegar a necesitar insulina inyectable. Pero no es un requerimiento de todas las personas que tienen esta condición, ni es de por vida.

La verdad es que ambas condiciones son muy distintas, y somos varias las personas con diabetes tipo 1 que nos quejamos de la falta de información que hay sobre esto, ya que se generan confusiones y conceptos erróneos sobre las diferencias y similitudes que tienen entre ellas. Incluso hasta se habla en las redes de cambiarle el nombre a alguna de las dos Diabetes, para evitar que nos incluyan en un colectivo que poco tiene que ver con nuestra realidad cotidiana.

Es importante aprovechar el Día Mundial de la Diabetes para educar y concientizar también sobre los diferentes tipos de Diabetes que existen, que no se acota solamente a la Tipo 1 y Tipo 2, ya que hay otras de las que se sabe poco o nada, y que muchas personas padecen.

Es necesario que haya más información para que quienes tienen determinados síntomas asociados a la Diabetes se hagan los estudios correspondientes y comiencen el tratamiento necesario para cuidar su salud. También existen casos de gente que, por desconocimiento no sigue el tratamiento adecuado, poniendo en riesgo su vida.

Por último, pero igual de importante es importante aclarar que todos los insumos que necesita una persona con Diabetes en Argentina, ya sean insulinas, sensores, medidores, agujas, lancetas, y fármacos en el caso de las personas con Diabetes Tipo 2, son desde el año 2013, cubiertos al 100% por la cobertura de salud con la que se cuente, o a través del Ministerio de Salud de la Nación.

La verdad es que, al menos en el caso de las personas que tenemos Diabetes Tipo 1, el tratamiento sería muy costoso y hasta imposible de pagar. Para tener una idea, cada lapicera de insulina ronda entre los 20000 y 50000 pesos, y se necesitan alrededor de 4 o 5 lapiceras al mes, dependiendo las necesidades de cada caso. Cada sensor de glucosa sale aproximadamente 25000 y se necesitan dos al mes, y otro tanto salen las agujas y los reactivos para medidores capilares. Serían entre de $200000 y $300000 mensuales, para poder sostener esta enfermedad crónica.

Lo cierto es que sin la cobertura que dispone la Ley Nacional 23.753 y sus modificatorias, sería muy difícil para las personas que tenemos esta condición, poder sostenerlo económicamente, poniendo en riesgo nuestra salud y llegando inclusive a la muerte, por no poder pagarlo.

En este 14 de noviembre, vamos por más información, más educación, más concientización, más cobertura y tratamiento adecuado para todas las personas con diabetes.

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OMS

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