Entrevistas Musikero Literanacional

“La escritura y la lectura ayudan a encontrar las palabras”

Edgardo Kawior es psicoanalista, productor de espectáculos y escritor. Trabajó con varias figuras. En marzo lanza una nueva edición de un taller de escritura que se desarrolla en una casa de campo, durante tres días. “El Taller para Escribir es casi como un juego, un juguete que apareció en la pandemia, un modo de cruzar la escritura y el psicoanálisis”, cuenta.

Foto: Alejandra López

Edgardo Kawior reparte su tiempo profesional entre el psicoanálisis, la escritura y la producción de espectáculos. Es el creador del ciclo de música y letras “Pretextos para piano y voz” y autor de “El enigma de la verdad, ensayo en tres actos sobre psicoanálisis y teatro” (Letra Viva). El que tuvo la oportunidad de verlo en la cancha produciendo, como yo, comprobó que no para, que anda de acá para allá entre los cables, equipos, luces y sombras del escenario, siempre a disposición del artista y la realización exitosa del espectáculo. Los que trabajamos con él sabemos que lo deja todo, y eso vale una fortuna, porque aparte se trata de una persona muy cálida, con criterio artístico y una gran capacidad de escuchar y concretar. Aparte, es escritor, y director de Ediciones Pontevedra, sello con el cual publicó “La madre jodida”, su primera novela. Dirige un taller de escritura que se realiza un par de veces al año, en una casa de campo, con el que juega a fondo, tal como lo hace como productor. Ahora en marzo, comienza uno.

¿En qué momento de tu vida dirías que nace tu sensibilidad por las palabras y la investigación de la mente?

Me sale contestarte, como sujeto del psicoanálisis, que cuando yo era chico veía a Carlitos Balá y él se tocaba la sien y decía “riñones”. Entonces, yo pensaba que los riñones estaban ahí, en la cabeza. Quizá, algo de eso tiene que ver con esto que me preguntás, porque, ¿dónde está la mente? ¿Quién dice que la mente está dentro del cerebro? ¿Quién dice que la mente está separada del cuerpo y del alma? Yo, al menos, no lo sé. Lo que sí sé es que de chico, aprovechaba los cumpleaños para escribir cartas a familiares, para expresar amor, para hacer reclamos, como buen hijo judío, como buen neurótico, y tal vez desde aquel tiempo, allá por mis seis, siete, ocho años, de la mano de la lectoescritura, habrá aparecido todo esto y quedó alojado en algún lugar de mi inconsciente y ya, de grande, pude darle lugar.

En tiempos de redes donde todo va a mil y a la gente le cuesta focalizarse, ¿dirías que el psicoanálisis se aggiornó a esos ritmos y modificó la dinámica con el paciente?

Hoy los tiempos van a mil y tu extraño corazón ya no capta como antes las pulsiones del amor, dice Fito en “Dar es dar”. No creo que el psicoanálisis sea una entelequia. El psicoanálisis es una práctica entre dos y, esa pareja que se arma, practica un psicoanálisis. De hecho no es la misma dinámica la que puedo tener con un paciente que con otro.

Y no sé si “la modernidad tecnológica” modificó la manera. Probablemente, facilita un modo de trabajo a distancia, que no es poca cosa. Respecto a lo que me preguntás, yo creo que hoy puede ser más difícil suspender la realidad, o el agobio que impone la captura de la realidad. Lo que parece difícil es sobrevivir sin los estímulos del celular. Pero no creo que hayan cambiado mucho las cosas, al contrario. Cuando sucede el milagro del acto analítico, se puede hacer más allá de lo que parece difícil de suspender, que es el celular tirando notificaciones, como si el mundo fuera a estallar en ese instante.

Siguiendo la reflexión acerca de la sobreinformación y el ritmo de vida contemporáneo, ¿ves hoy un patrón en común en las angustias y preocupaciones de tus pacientes?

Lo único común que hay entre un sujeto y otro es el sufrimiento, no así la manera de sufrir. No creo que haya un patrón. Los patrones son los jefes… Me escucho y me siento el tipo que cambiaba siempre las significaciones de las palabras, podría ser un personaje de Capusotto… Pero me gusta pensar que el patrón es el inconsciente. Algo así decía un compañero de la facultad. “El inconsciente es el jefe”. Tal vez sea así. No sé si todos tenemos jefes parecidos, probablemente haya rasgos parecidos, porque vivimos en un mismo tiempo y en un mismo lugar, pero no creo que haya una sola manera de sufrir la angustia, la ansiedad, y todo lo que trae el abanico de sensaciones y vivencias que tenemos que sobrellevar.

También sos productor de espectáculos. Trabajaste con Saborido, Rolón, Casciari, Anda Calabaza y Ramiro Abrevaya, entre otros. ¿Cuándo y cómo nace esta otra actividad tuya?

Antes que nada, no quiero olvidarme de mencionar a mis queridos Sietecase y Sandra Corizzo, y de mis amigos de Paris Jazz Club que apuestan conmigo a la producción de espectáculos.

Recuerdo que un amigo me dijo una vez, en los tiempos que trabajaba como camarógrafo “Kawior, vos tenés que ser productor”. No sé por qué. Supongo que era porque cada vez que hacíamos trabajos juntos, yo pensaba cosas más allá de la imagen y el sonido, más allá de lo que veía por la cámara. Y como el deseo es el deseo del otro, se ve que en algún momento eso sucedió y empecé a generar cosas donde los otros fueran los protagonistas. Esa pudo haber sido la semilla. Pero después pasó que me gustó. Me gusta que haya otros en el escenario y yo poder estar, desde abajo, disfrutando, viendo que la gente esté cómoda, acompañando. Más de un artista de los que mencionás me pidieron que trabajara con ellos, de algún modo, expresándome un deseo: “¿No conocés a nadie en tal teatro? Nos gustaría tocar ahí”, o “Che, Kawior, ¿por qué no me ayudás con esto?” Me parece que en mi modo de ser productor también hay algo que se juega del lugar del analista.

¿Podrías, por favor, contarnos alguna linda anécdota trabajando con Saborido? Es una persona que en Kranear queremos y admiramos mucho.

La anécdota más linda que tengo con Pedro es del 2001, cuando yo trabajaba como realizador de exteriores de Todo por dos pesos. Laura, mi mujer, ya se había ido para el Hospital Alemán, Matías estaba en su panza, y Néstor Montalbano, el director del programa, me seguía pidiendo que grabara cosas, tomas… Yo tenía veintiocho años, y Pedro se puso en el medio de los dos, casi como un umpire, me miró, lo miró, señaló mi cara y le dijo: “La mujer ya está en trabajo de parto, mirale la cara al pibe, ¿por qué no lo dejás ir ya? Entonces Néstor que era un personaje adorable y odiable a la vez, hizo una mueca y dijo: “Bueno, pibe. Andá”. Es el día de hoy que Pedro, cada vez que nos vemos, lo primero que hace es preguntarme por mis hijos.

Los artistas suelen ser personas mentalmente complejas. Un productor psicoanalista parecería ser el aliado indicado. ¿Cómo conviven ambas profesiones cuando producís?

Conviven como pueden. Como pueden y como se les permite. Cuando me doy cuenta de que uno de los artistas con los que trabajo necesita que lo escuche, o que lo escuche y le devuelva algo, cuando necesita que ni me acerque. Son dos lindas artes, la de producir y la de psicoanalizar. Porque pareciera que están en contraposición. Una es dar lugar para que pase lo que vaya a pasar y la otra trabaja para que algo pase. Es una linda pulseada, te obliga a pararte en el medio, como un árbitro de cinchada, así como el fiel de la balanza, o eso es un poco mucho. Trato de sentirme cómodo y que los artistas se sientan cómodos conmigo.

Tenés un taller de escritura que se desarrolla en un retiro de tres días en una casa de campo. Una experiencia que pinta fascinante. ¿Cómo funciona eso?

Fascinante es una buena palabra. Porque es, realmente, fascinante ver lo que pasa cuando un grupo de personas deja de pretender y se entrega a lo que aparece a través de la escritura. Lo que sucede en Casa Mansa es un retiro, una aventura de dos o tres días, que va a tener lugar, una vez más, el fin de semana que viene, desde el viernes 1 al mediodía hasta el domingo 3 a la noche, en Lobos, en una casa preciosa, en el campo y lo que proponemos en esta actividad es darle tiempo y lugar al deseo. A veces la escritura y la lectura ayudan a encontrar las palabras, a veces uno escribe y al leer, en voz alta, falla, y en ese fallo toma contacto con lo inconsciente. El Taller para Escribir es casi como un juego, un juguete que apareció en la pandemia, un modo de cruzar la escritura y el psicoanálisis. Diría que es una apuesta al deseo. Y es una de las cosas que más me gusta hacer en el verano bonaerense.

¿Proyectos para 2024?

Seguir viajando, haciendo lo que me gusta, que es dar talleres (hay uno el sábado 9 de marzo en Lina Espacio Cultural en Mar del Plata), producir (el 27 de abril se presenta Paris Jazz Club en el Teatro Real de Córdoba y el 25 de mayo toca Ramiro Abrevaya en el Morán), continuar con el Taller para Escribir online, que arranca en marzo, los martes y los miércoles de 18.30 a 21 horas, seguir escribiendo (con mi maestro Luis Mey), seguir leyendo, atendiendo pacientes. Ver si se da la posibilidad de cursar la Maestría de Escritura Creativa de la Untref, correr y cocinar. Cada vez me gusta más correr y cocinar. Una actividad donde uno se mantiene en forma y otra para ponerse un poco deforme.

¡Vamos con los Nº1 de Edgar! (No te enloquezcas, es un jueguito, la idea es responder lo más inconscientemente posible).

EL/LA prócer de la psicología: Psicoanálisis. Jaques Freud o Sigmund Lacan. No hay uno sin el otro.

LA novela: El mundo según Garp (John Irving).

EL/LA escritor/a: Fernando Pessoa.

LA Banda: Divididos.

EL Disco: Tercer mundo. Y, por qué no, también, Los años salvajes (lo vengo escuchando mucho últimamente).

LA Canción: Guitarra y vos (Jorge Drexler)

EL espectáculo que hayas visto en vivo: El amor después del amor y El amor después del amor 30 años, los dos en Velez, con Laura, el amor de mi vida.

LA Peli: El gran pez (Tim Burton).

El/LA Presidente/a de argentina: Néstor.

LA Bebida sin alcohol: Coca cola hasta hace poco, agua tónica, últimamente.

LA Bebida alcohólica: Malbec.

LA Comida: Milanesa napolitana con papas fritas.

EL Postre: Helado.

EL País: Argentina.

LA Ciudad: Lisboa (no la conozco pero sueño con conocerla).

Para más información y reservas del taller de escritura en Casa Mansa (Lobos), mandar un Whatsapp acá

author: Ramiro Abrevaya

Ramiro Abrevaya

Músico y productor argentino. Su carrera empieza en 2009. Mezcla de folk, rock y pop con una base en la canción, aborda temas como el amor y el tiempo. Director de arte de Kranear.

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