Militancia Historia

Un muerto que no para de nacer

A 56 años del asesinato de Ernesto Che Guevara, el historiador Matías Escot repasa la historia de vida y política de uno de los hombres más influyentes del siglo XX. Motivo de inspiración para movimientos de liberación de todo el mundo, el médico y guerrillero argentino es también para nosotros un ejemplo a seguir, más aún en tiempos de cantos de sirena a favor del mercado y sálvense quién pueda.

Este 9 de octubre se cumple otro aniversario del asesinato imperial de uno de los grandes personajes del siglo XX. Fue en el año que Racing salía campeón del mundo, que el país vivía bajo la represión del gobierno de Onganía, y la guerra de Vietnam contra el Goliat del norte. En 1967 en La Higuera Bolivia moría asesinado Ernesto “Che” Guevara. Su asesinato, su lucha, y su legado marcaría a toda una generación de jóvenes, en toda América. de finales de los 60 y la turbulenta década del 70.  Médico, político y comandante del ejército revolucionario que venció a la dictadura de Fulgencio Batista, aquel 1 de enero de 1959. Voy a hablarles de una historia, pero parafraseando a Silvio Rodríguez no es la historia de un hombre común.

Pinceladas de su infancia y juventud

Ernesto Guevara nació en Rosario un 14 de mayo de 1928, hijo de Celia de la Serna y un estudiante de arquitectura de San Isidro, Ernesto Guevara Lynch. Su padre fue tentado para un emprendimiento yerbatero, así que no duró demasiado la estadía en aquella ciudad, y siguió el Paraná río arriba. Guevara Lynch se hizo propietario de 200 hectáreas, allá donde quema el sol, la tierra es colorada, y Horacio Quiroga escribió sus cuentos con esos personajes, mitad ficción, mitad reales. Sus dos primeros años de infancia los vivió en Caraguatay, a medio camino entre Posadas y las cataratas. Un pueblo que en aquel tiempo era un territorio de selva virgen, una colonia emprendida por suizos y alemanes de no más de 150 habitantes.

A los dos años lo marcó el asma, y su primer sobrenombre a los seis, era “el chancho”, por su aversión al agua, parece que Ernestito no quería bañarse. Cuentan los guías de la casa donde vivió en Córdoba (hoy transformado en museo) en la hermosa ciudad de Alta Gracia, que en la escuela primaria se acostumbró a compartir o entregar todo. Volvía sin el pullover cuando se enteraba que algún compañero no tenía uno, o fueron innumerables la cantidad de oportunidades que regalo el sándwich cuando veía que uno de los chicos no comía en los recreos.

En su juventud a pesar del asma, el Che se apasionó por la ovalada. Cuentan que era, liviano pero fibroso y un tenaz tacleador. Comenzó jugando en Estudiantes de Córdoba, allí se ganó su apodo de “Fuser”, (un mix entre furibundo, y “ser”, por su apellido De la Serna). Ya en Buenos Aires, en San Isidro, jugó en el SIC, en 1947, en el Ypora Rugby Club (1948), y en Atalaya Polo Club (1949). Y sus biógrafos aseguran que más allá de sus dificultades físicas el deporte fue una de las pasiones de su juventud.

Su travesía por América

Ciertos periodistas y políticos con una mirada conservadora muestran los dientes contra el Che y se preguntan ¿qué hizo por nuestro país, por la Argentina? Guevara fue un hombre de toda América. Podemos identificar tres momentos.

En 1952, con su amigo Alberto Granado, y arriba de “La Poderosa”, emprende viaje hacia el norte argentino para recorrer América Latina. Al jóven de 23 años este viaje lo marcará para siempre, verá la cara de la pobreza, y la marginación, por Argentina, Chile, Perú y Colombia. Con una escala final en el Leprosario de San Pablo de Loreto en la selva amazónica. Fue en este viaje, en el 52, que pasó por Bolivia y vivió los comienzos de rebelión de los trabajadores mineros en el Altiplano.

Ya en su segundo viaje salido de la Argentina en Julio, 1953 presenció otra revolución, fue la del coronel nacional y popular Juan Jacobo Arbenz en Guatemala, que sería derrocado por Estados Unidos, mediante la operación de la CIA. La idea era encontrarse en Venezuela con Alberto Granados, pero se quedó viviendo en Guatemala. Dice en uno de sus escritos el militante peronista de los 70 Envar cacho El Kadri: “El Che se aloja en una pensión de la calle 5ta., donde le escribe a su madre: La capital no es más grande que Bahía Blanca y dormida como ella''.

El tercer momento es en su estadía en México, entre 1954-1956. Es allí donde conoce a un estudiante de abogacía que se había atrevido en aquel julio de 1953, mientras Guevara pisaba Guatemala, a tomar por asalto el Cuartel de Moncada. Era la Cuba dictatorial de Batista, que bailaba al son no cubano, sino proyanki. Fidel Alejandro Castro Ruz, exiliado en el Distrito federal, luego de ser condenado a prisión por la dictadura. Formado en la Universidad de la Habana e influenciado por la tradición vanguardista estudiantil cubana, que en los años 30 tenía un nombre: Antonio Guiteras.  Fidel, creía en una revolución armada y popular, que terminara con los militares tiranos.

En México la vida no era fácil y Guevara trabaja para ganarse el pan de cada día. Primero como fotógrafo en zonas periféricas de la Ciudad de México, allí vuelve a toparse con la indigencia, y la pobreza. Más tarde trabaja en el Hospital de Agudos, y realiza una investigación sobre alergias, y logrará ser profesor adjunto de la Universidad Nacional de México (UNAM). Años después ya habiendo triunfado en Cuba, el Che diría, acerca de quien haría la historia en nuestro continente: “las masas hambrientas de indios de campesinos sin tierras, y obreros explotados, la van a escribir las masas progresistas, los intelectuales honestos y brillantes que abundan en estas sufridas tierras de América latina, lucha de masas y de ideas, la epopeya la llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo”.

Ideológicamente, el texto está en clave marxista, los postergados, los humillados y ofendidos serán los parteros de la nueva historia, a partir de una revolución en América. Y después sentencia “ningún pueblo de América Latina es débil porque tiene 200 millones de hermanos”.

Y aquí Guevara hace referencia a la Patria Grande: todos los pueblos americanos son parte de una hermandad. El concepto de una gran nación latinoamericana no es un cliché, un lugar cómodo. Ya en 1824, el intelectual tucumano secretario privado de San Martín y de Simón Bolívar, instruyó a este para que realizara el Primer Congreso Panamericano.

La unión americana sonó fuerte a principio del nuevo milenio con los gobiernos populares de Néstor Kirchner, y Hugo Chávez como máximos referentes, acompañados por Fernando Lugo, y Evo Morales, y con Lula Da Silva como apoyo grande en la región.

Cristina, el Che y la Patria Americana

Y fue  en la Cumbre de la Celac en La Habana, en 2014, que Cristina Fernández expresó que “ayer caminando por el Hotel donde estoy alojada, pude observar, en una pequeña habitación donde los empleados del hotel tenían sus cosas para atender a los huéspedes, sobre un almanaque, una foto en blanco y negro, muy ajada, muy vieja, del Che Guevara (…) "Yo venía caminando muy rápido por el pasillo, estaba la puerta abierta y veo la imagen que esa ciudadana cubana tenía de mi compatriota. Sentí que realmente -en honor y en recuerdo de tantos como el Che Guevara y tantísimos otros latinoamericanos que han luchado para que el hombre sea libre y el hombre solamente será libre cuando tenga educación, casa y comida, y cuando pueda elegir su vida- me parece que la integración no debe ser solamente un tema de agenda sino una política de Estado en cada uno de nuestros países".

Y cuándo te digan que hizo el Guevara por la Argentina, y que peleó por Cuba, podemos citarlo a él y contestar que “para nosotros que vivimos al sur del río bravo, cualquiera de las patrias americanas es nuestra y sobre cualquiera de ellas podamos dar nuestra sangre en la seguridad que estamos peleando por nuestra patria”.

Para qué rescatar a Ernesto Guevara

¿Por qué rescatarlo, porque volver a aquel hombre que muere despojado en la yunga boliviana, asmático y flaco? Lo asesinan, sacan la foto de su cuerpo que se hace histórica, y como un cristo vivo, el Che tiene los ojos abiertos. Es un muerto que no para de nacer, dice la canción de la Bersuit. En tiempos de no te metas, de no se puede hacer nada, de este país de m…, y de un individualismo cínico, Guevara es una bocanada de aire fresco, para pensar en el compromiso militante, en hacernos cargo de la causa común. Para que nos duelan las injusticias, que sintamos una herida profunda cada vez que una nena en Buenos Aires o Rosario, Córdoba o Mendoza entra a un bar a vender flores o pedir una limosna. Para ser empático y no creer en la meritocracia barata, en que te salvas solo, que nos venden los ganadores de este sistema-mundo.

A 56 años de su asesinato, tal vez recordarlo sea una excusa para pensar ese mundo que nos contiene como latinoamericanos, para interpelar a los verdugos del poder que nos quieren reducir a meros consumidores de sus espejitos de colores. Tal vez para volver a soñar y pensar un mundo, y una Argentina, más justa, más humana, más igualitaria, es por eso que lo invocamos al Che.

¡Hasta Siempre Comandante!

author: Matías Escot

Matías Escot

Docente de Historia y aficionado a la literatura. Profesor en escuelas públicas y privadas. Creador del sitio web www.relatosdelsur.com. Participa del proyecto Pensar el Pasado en la Escuela del Futuro, en la Universidad Nacional de Quilmes.

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